2/4/25

Einvera (Solitude)

-Música para empujarse.
Gunnar vive en las montañas y el trato social es casi nulo. Cuando el gobierno le expropia las tierras se va a vivir a la ciudad. Allí conoce a Ari, un adolescente que reparte periódicos.
Estoy muy a favor de las elipsis. Por ejemplo cuando pregunta si pueden cerrar hoy el trato y, a continuación, le vemos durmiendo en el coche. Pero hay momentos que no son elipsis, que falta construir el personaje. No se entiende por qué le afecta tanto el emigrante afgano.
Algunas secuencias parecen funcionar como entreactos. A veces parecen meros anuncios de paisajes islandeses (muy bonitos, todo hay que decirlo) intercalados antes de seguir la conversación entre el casi anciano y el niño.
La película discurre suave y tranquila. Pero hay momentos que resultan especialmente crueles precisamente porque no se ve la tragedia. Ese partido de fútbol. Es una radiografía social y familiar aparentemente casual pero muy cruda.
Me parece muy forzado que el núcleo de la historia, el giro dramático, venga de esa escena en que ponen la ropa a secar. Las preguntas del padre, dos, son muy bobas y todo se sale de madre sin razón. O igual es que vivimos en una sociedad muy gilipollas en que los padres son irresponsables (dejar al niño a un desconocido) hasta que deciden serlo más aún (juzgar sin datos para justificarse por ser mal padre).
70 minutos que, al llegar el final, contra todo pronóstico, te dejan con muy mal cuerpo.
Lo comenté con Los indeseados: estos islandeses necesitan tomar más el sol.
La puñetera soledad.

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