Esta
pequeña película me recuerda en muchas cosas a Aki
Kaurismaki.
Entiéndeme: Kaurismaki
es el número en primera división y no sé, desde luego, si Arvin
Chen
ha visto algo del director finlandés.
Pero hay un aura muy similar.
Notas
constantes en ambos directores: cuidado por la estética, un romance
soso (que es lo que a mí más me sedujo), unos mafiosos de barrio
bastante limitados intelectualmente, unos polis que tampoco
deslumbran con sus luces… Y, básicamente,
gente torpe que en el fondo no tiene verdadera
maldad. La
vida nos hace así.
Kai
recibe la mala noticia de que su novia, que se fue a París, ha
decidido romper con él. Kai quiere ir a París para recuperarla.
Para poder comprar el billete de avión hará un favor al mafiosete
local.
El
primer tercio de la película nos presenta escenarios casi
completamente desconectados. Kai y
su entorno,
los delincuentes, los polis. Todos ellos son caracteres muy bien
perfilados. Me
gusta cómo los entrelazan.
A
partir de ahí hay más “acción”. No porque existan escenas de
lucha o persecución espectaculares sino porque los engranajes de la
presentación comienzan a imbricarse entre sí.
Como
digo, si tienes a Kaurismaki,
no hay razón para ver esto, pero sin embargo sé que dentro de unos
años la volveré a revisitar porque tiene ese encanto de la
sencillez, de las cosas bien hechas sin buscar complejidades.
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