Creo
que hay una buena idea en el fondo de esta película, enterrada bajo
capas de obviedades, corrección política y ñoñería.
La
idea posibilitaba mucho metacine. Una niña, fan del superhéroe
Henry Danger, autora de fanfics, obtiene una
máquina para resucitar a su héroe. Pero también recupera su
espacio imaginativo, las fantasías de niña y preadolescente.
Creo
que esa propuesta daba muchísimo juego pero la ejecución destroza
cada posibilidad en cuanto comienza a desarrollarse. En vez de
mostrártelo te lo explican, en vez de sugerir lo explicitan, en vez
de evolucionar se ciñen a lo ideológico.
Ahora
que la izquierda ha contratado a Susan Neiman para rechazar lo
woke, sospecho que Paramount quiso sacar esta película, sin
pulir, antes de que pase definitivamente de moda.
Secuencias
como la de dibujos animados (brevísimas) o la de estilo steampunk
(puesta en escena cutre) muestran que el guion no tuvo quién lo
condujese.
Los
problemas de ritmo también son llamativos.
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