26/1/25

Flow, un mundo que salvar

Una maravilla.
La película tiene algo de inasible. No sabes si es el sueño de un gato, una catástrofe ecológica que ha terminado con los humanos, otro planeta, un universo mitológico… Pero da igual. Tú decides qué escoger.
La película no aporta cualidades antropomorfas a los animales. Excepto cuando menos te lo esperas como ese momento en que descubres que saben manejar el timón de un barco. Salvo contadas excepciones actúan como lo que son y se mueven por instinto.
Visualmente es apabullante. Si esto lo ven los paisajistas del XIX entrarían en éxtasis. Es curioso el contraste entre el realismo del paisaje (cielos, agua, árboles, praderas) y la textura estilo acuarela de los animales, sin preocupación por definirlos, más interesados en el movimiento fluido que en el detalle preciso.
La cámara también es fluida. Se balancea en largos travelling, suave, constante, como si fuese la mirada de otro animal más, al que nunca conoceremos, pero presente en todos los acontecimientos.
El mensaje. Abierto. Yo lo veo como una objetivación de las diferencias: a veces nos separan sin remedio, otras veces aprovechamos las diferentes cualidades para salir adelante. Existe la tentación del individualismo y el sentido común social. Está presente lo primario que nos arrastra (ese conejo, qué bueno) y está el esfuerzo por ayudarnos. Pero insisto: no debemos humanizar a los animales porque raras veces lo buscan. Son, simplemente, el espejo en que se mira el lémur. Y nosotros con él.
Y está, creo que eso sí es evidente, la vanidad de los humanos. Todas sus creaciones ambiciosas convertidas en ruinas. Fabulosa la estatua gigantesca que, al subir el agua, parece un náufrago nadando al límite de sus fuerzas. Me quedo con el instante en que el gato mira, triste, la agonía de ese cetáceo que poco antes le asombró y le aterrorizó a partes iguales por su belleza y gigantismo.
Una deliciosa experiencia estética. Una animación llegada de Letonia que tiene una oportunidad de dar la campanada en los Oscar. Desde luego su nivel es altísimo. Para mí supera a Robot salvaje.
Puramente contemplativa es, lógicamente, muda. Para todo tipo de públicos.
El añadido de “un mundo que salvar” del título español es una majadería.

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