Es
uno de esos comienzos que te dejan en shock por lo aleatorio del mal,
el capricho del asesinato, matar porque sí al primero que aparece. Y
primero aparece un niño. Y luego una señora que se acercaba.
Apuñalamientos al azar.
El
primer capítulo se centra en la investigación de 2004 y cómo el
crimen deja secuelas en las familias: víctimas, una testigo, el poli
que lleva el caso… Incide sobre todo en el drama, los caracteres de
los personajes. En el segundo capítulo llegamos a 2005 y… muchos
años más. Hasta 16 años después. El crimen parece que quedará
sin resolver.
Es
un nordic
noir
menos oscuro y siniestro de lo que solemos ver, pero las psicologías
están bien desarrolladas. Aprovecha el paso del tiempo (primera
conversación de la serie, ese tiempo que no se detiene) para que los
personajes evolucionen: para unos sí se para el tiempo, para los
demás tiene grandes consecuencias.
La
entrada en escena del genealogista me parece muy graciosa. Un tipo
bastante peculiar que de entrada no encaja para nada en el mundo
policial. Un personaje muy bien escrito que supera las iniciales
expectativas. Para mí es lo mejor de la serie.
Y,
cuando tienen la solución, Europa ha inventado lo de la protección
de datos. Otro giro divertido. Al menos para mí. Luego
lo llamamos democracia y nos quejamos de que Elon Musk “interfiera”
en Europa.
Hay
una cosa que me pareció muy mal: la maniobra de despiste. Esos
trucos baratos tan absurdos no deberían hacerse jamás.
Dejando
eso al margen es una buena historia, con gran apoyo en los factores
humanos y 4 capítulos bien planteados para sostener el ritmo.
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