-Sobre
todo si es en Broadway.
Guardaba
un buen recuerdo de esta película. Tenía su sustancia en la memoria
pero no recordaba el título ni el director ni los intérpretes.
Finalmente me topé con el nombre del director: Phil
Karlson.
La
carrera de boxeador de Ernie Driscoll llega a su fin. Es cuestión de
tiempo que su matrimonio también lo haga porque a Pauline le gusta
el dinero y Ernie, ahora, trabaja como taxista. Pauline engaña a su
marido con un mafioso.
Es
una película de cine negro que se sale de los esquemas. No hay un
inspector o un detective privado. No hay algo que podamos llamar el
lado bueno. Todos los personajes hacen cosas malas o se mueven en el
filo de la legalidad. No hay una investigación. Presenciamos,
simplemente, el mundo criminal y cómo las cosas se resuelven por sí
mismas. Ernie se va enfangando en cada drama (real, ficticio,
manipulado) que surge. Un hombre engañado.
El
destino se convierte en una trampa durante una noche porque rondan
por ahí 50 mil dólares en diamantes.
Además
de su peculiar narrativa (año 1953) tiene una planificación
excelente. Hay una cantidad inusual de contrapicados enfocando techos
(algunos casi abstractos) o largos primeros planos de gran fuerza
dramática. Atento al momento en que Evelyn
Keyes
cuenta el intento de violación. Y nadie, jamás, se ha encendido un
cigarrillo de modo tan sensual.
Una
gran película de cine negro que merece ser rescatada.
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