17/9/23

Misterio en Venecia

-Llamad a la policía. Decidles que Hércules Poirot está en el caso.
Lo reconozco: a estas pelis de Kenneth Branagh sobre el detective Poirot he dejado de acudir por el misterio en sí. Voy por la fotografía, el vestuario, la puesta en escena, esas angulaciones en los planos (una panorámica aplicada a un picado, toma ya). He renunciado al guión. Cosa que quizá es un poco patético, lo sé, pero es que son bonitas. Es curioso que a un director tan shakesperiano le importe un bledo el guión y se centre en el dominio de la cámara.
Venecia, 1947. Impelido por una mujer, Poirot acude a una sesión de espiritismo para desenmascarar a la médium. Por supuesto alguien va a morir.
Una magnífica atmósfera siniestra, ciertos toques oníricos, todos esos picados, contrapicados, planos inclinados, fuera de campo y la cuidada fotografía me enganchan sin necesidad de que el guión sea perfecto. Me engancha siendo el guión tramposo. Y tiene uno de esos repartos medianamente lujosillos que funciona bien. Ah: además hay un niño repelente.  Si es que lo tiene todo. ¿Qué más se puede pedir?
Critico el guión pero, en el fondo, es bastante coherente con Agatha Christie. Ella también se sacaba algo de la manga para explicar las cosas en el último momento. Quiero decir que la resolución, el quién lo hizo, nunca es lo importante en esta clase de películas. Lo que importa es esa sensación inquietante que logra crear, las dudas de Poirot, la razón contra la superstición, la lógica contra los fantasmas. Y aquí Poirot tiene sus dudas, está a punto de desconfiar de sus pequeñas células grises.
En mi opinión logra lo que quiere mucho mejor que en Muerte en el Nilo.

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