Una
chica de 17 años aparece descuartizada. Dos policías, Jeong y Han, que se
llevan fatal entre ellos, se encargan de la investigación.
Sigo
pensando que lo más flojo del cine coreano es su violencia desmedida. Son
viscerales, sin ahorrarse elipsis. Y no tendrían por qué. La planificación
robusta y el montaje ya son bastante impactantes de por sí. Hay secuencias muy
salvajes.
La
búsqueda del psicópata es, sí, el eje. Pero tienen más importancia las
consecuencias. La mujer que sale de la cárcel, las mafias china y tailandesa,
los conflictos que se arrastran del pasado… Todo ello deriva hacia una
moralidad destructiva, como si el mal que los polis persiguen se les contagiara
de algún modo. Y lo que es peor: no encontrar soluciones definitivas les lleva
a hundirse en la espiral de violencia.
La
poli de narcóticos que llega a homicidios viene a ser un punto de conciencia,
de conciencia no escuchada.
No
es el clásico desarrollo de Hollywood, así que sorprende en algunas ocasiones.
Se les da bien a los coreanos no seguir los derroteros de guiones
prefabricados. El final es tan descarnado y triste como todo lo demás. La
Bestia la llevamos todos dentro.
No
es una peli de acción para pasar el rato, pero si te va el tono sórdido y
realista es buena apuesta. Los 130 minutos no se hacen pesados casi nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario