30/7/20

Padre no hay más que uno 2: La llegada de la suegra


El viernes pasado hablé de la cobardía en la industria del cine. Ese concepto existe porque también está su opuesto, un pequeño puñado de gente que arriesga. Se pueden decir cosas malas del cine de Santiago Segura y otras tantas buenas. Pero como persona cada vez lo respeto más.
Los grandes estrenos huyen. Nolan ha cambiado 4 o 5 veces su Tenet para rascar la mayor cantidad de dinero posible. Y como Nolan huye, otros huyen. Y los cines se plantean si cerrar de nuevo. Segura nada contracorriente, un tío con las agallas bien puestas. Y decide adelantar su peli en un intento de cambiar las cosas. Quiere salvar una industria cuando la propia industria no quiere.
Así que he ido a verla. Porque, aunque la película en sí me importaba bastante poco y no la habría visto en circunstancias normales, el valor de las personas merece un respeto, quitarse el sombrero, apoyarlo. Y cuando se estrene Tenet igual me la descargo. A cada uno lo que se merece.
Fui a verla y el cine, primera sesión de la tarde, completó el aforo permitido.
La peli es lo que es: una sucesión de chistes en modo ametralladora, unos con más gracia que otros, unos para peques y otros para más mayores, Leo Harlem y José Mota apoyando en algunas escenas. Un nuevo bebé en camino, un campamento, una primera comunión, la liguilla escolar, los foros de padres, las fiestas de pijamas (no sabía que fuesen gremlins)…
Se nota que Segura está muy cómodo rodeado de peques, que se le da bien la chavalería y que disfruta tanto como el que más.
-Quillo, mi arma.

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