No
es por ponerme quisquilloso pero esta peli la hemos visto ya demasiadas veces.
Reconozco
que algunos gags me gustaron y fueron muy divertidos. El atraco a la joyería,
la fuga en el furgón de la Guardia Civil, las conversaciones de la hija con el
mafioso de los palillos… La relación entre estos dos, particularmente, tenía
química y eché en falta que no lo explotaran un poco más.
Pero
entre gag y gag hay enormes metrajes de vaciedad, de ruptura del ritmo, de no
saber cómo enganchar una trama divertida con otra. Da la sensación de que la
peli está a punto de empezar varias veces sin que lo haga de modo definitivo.
Leo Harlem actúa, probablemente,
más que nunca. Cosa que quiere decir que lo han atado en corto para que no
suelte sus divertidas parrafadas interminables. Pero es que vamos a ver a Leo
Harlem, su verborrea descacharrante. Reconozco que es difícil compaginar ambas
cosas.
En
fin, que la idea era buena pero no está bien aprovechada. Ya lo he indicado en
alguna otra ocasión: hoy día el referente de las comedias debería ser Francia.
Las buenas comedias francesas, claro, que también tienen algunas…
Hay
que darle más vueltas a los guiones.
Muy
flojita.
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