-¿Has
oído que a Tom Clancy le pagarán tres millones de dólares por seguir
escribiendo chorradas de machos de derechas?
Lee Israel. Escritora con bloqueo
creativo. Despedida del trabajo, sus libros se venden a un 75% de descuento, su
agente ni llama, debe el alquiler… No tiene ni abrigo. Debe vender hasta la
carta que le escribió Katharine Hepburn. Entonces conoce a Jack Hock.
Y
son tal para cual. Para salir de sus problemas económicos empiezan a falsificar
cartas de famosos. Un par de mentirosos que tienen que sobrevivir.
La
trama, centrada en la cuestión delictiva habría dado para poco, pero es la
excusa para narrarnos la historia de una extraña amistad entre una lesbiana y
un gay. Sin estridencias, construyendo minuciosamente a los personajes a partir
de muchas pequeñas anécdotas cotidianas, se nos revela con profundidad la forma
de ser de ambos personajes. Sus vicios, debilidades, problemas para hacer
relaciones… En los detalles se exploran sus personalidades.
Y,
como son una parejita muy egoísta, su amistad pasa por choques y
enfrentamientos. ¿Es una amistad sincera o buscan el beneficio propio? La
película plantea muy bien todos esos problemas.
La
interpretación de Melissa McCarthy (¿por qué ha estado haciendo tantas
pelis imbéciles hasta ahora? ¿Se lo podremos perdonar algún día?) y de Richard
E. Grant son el fundamento de este biopic,
mucho mejor construido, interpretado y narrado que los tres biopics que están nominados a los Oscar.
Estos son más académicos y didácticos, pero en ¿Podrás perdonarme algún día? hay más cine.
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