El
tema de que no hay buenos papeles para actrices mayores en Hollywood. Haberlos
haylos. Otra cosa es que quieres aceptar tu edad e interpretarlos. Nicole
Kidman, con 51 años, por fin asume la edad que tiene y hace este papel. Es
la primera vez que la vemos fea, machada, hecha polvo. Y dirás lo que quieras,
pero mucho mejor así que el bochornoso papel de Aquaman.
Porque
la peli es una interpretación brutal desde la primera escena. Me encanta esa
primera escena, cuando los polis ven aparecer a su jefa y despotrican contra
ella. Con esos andares de resacosa, encorvada, demacrada.
Dos
tiempos: su vida de infiltrada en el pasado y su presente que conecta con ese
pasado y que hizo de ella lo que ahora es. Una piltrafa destructiva.
Todo
es sórdido en la peli, incluso la relación que tiene con su hija adolescente.
Erin busca a Silas, un proceso en el que se reencuentra con gente de su vida
anterior. Gente enferma, trastornada, tan mal como ella o incluso peor.
El
conjunto se resiente. La trama tiene algo de azarosa y caótica. Aisladamente
tiene escenas muy potentes. Todo muy bestia. Esas palizas que le dan, el modo
en que ella responde, su ira descontrolada. Lo de Bradley Whitford,
caray. Y el atraco al banco y Tatiana Maslany, sin contemplaciones. Y la
crudeza fría del otro atraco.
Karyn Kusama cierra su peli con un
buen giro de la estructura, una maniobra de despiste que funciona bien.
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