Antes
había unas pocas series. Se comentaban mucho y no había problema en admitir que
algo era bueno o malo. Ya lo comenté en otra ocasión: ahora, lo que uno ve,
tiene que ser bueno sí o sí, porque uno no admite que estuvo viendo porquería
mientras otro sí veía una buena serie.
Muñeca rusa parece que es la serie que hay que ver en
este momento. Y no es así. Para nada.
Son
8 capítulos de media hora. Tiene un gran problema estructural: hasta el final
del tercer capítulo no hay un giro que nos muestre por dónde van los tiros. En
ese momento empecé a aceptarla porque daba señales de que, al fin, una copia de
Atrapado en el tiempo, no era
tan copia, pensé que tenía voz propia, algo que contar, una perspectiva
diferente.
Pero
la alegría duró bien poco porque llegaron los últimos capítulos y descubres que
es exactamente lo mismo que Atrapado
en el tiempo. ¿Cómo salir del bucle temporal? Pues sí, más de lo mismo.
El año pasado acabé cansado de reversiones de Atrapado en el tiempo y este año ya tenemos aquí la primera
propuesta. A ver cuántas más aparecen hasta final de año.
Así
que no entiendo los elogios. Que tres capítulos centrales funcionen
razonablemente bien no significa que aporte algo original. De hecho se pliega a
los convencionalismos más absolutos.
Ah, otra cosa: la corrección política
vuelve a hacer muchísimo daño a una serie. Todo lo arreglamos con buen rollo. Pero eso no equivale a una buena serie. A veces, es justo lo contrario.
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