Creo
que esta película ha sido castigada en exceso. Admito que, si uno la contempla
desde el final (y, ciertamente, es asunto de importancia), resulta muy pedante.
En la misma medida en que era pedante 2001:
Una odisea espacial. Y supongo que la castigan por eso. Porque ya
teníamos más que suficiente con un pedante.
Pero
todo lo que hay antes del final sí que me gustó.
Para
ayudar a la exploración espacial los hombres construyeron a una inteligencia
artificial: ARTI. Y ARTI descubrió el hiperespacio.
Es,
esencialmente, una película de un intérprete. Hay algún otro por ahí, pero Katee
Sackhoff está presente en casi todos los planos. Y me parece muy buena interpretación con esa
relación de amor-odio que tiene con ARTI: furia, celos, ironía, bromas,
cooperación, rebelión… Un duelo soterrado por ver quién manda más, si el
macho-alfa o la hembra-alfa. La actriz, gracias al ritmo lento, pausado, ofrece
un montón de registros.
Para
acérrimos a la ciencia-ficción que tampoco busquen grandes hallazgos.
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