-Son
las manos las que hablan de nuestros actos. Como un diario de carne, huesos y
piel.
Yago,
inspector de policía, entra en la sala de interrogatorios y mata a otro
policía. ¿Por qué lo ha hecho? Yago accede a que una periodista le entreviste
en la cárcel.
Una
serie con muchas imperfecciones y muchas cosas buenas. Para empezar es
interesante que una productora independiente haya logrado vender un producto
así y conservar los derechos. Eso no se ve mucho en España.
La
trama es buena. Pudo ser un procedimental pero está construido de forma
magnífica de modo que sea un serial. Los detalles para ver el conjunto. Se
convierte en un puzle complejo y, en ese sentido, me parece superior a La casa de papel. Hay suspense,
giros y un desarrollo adecuado de la tensión. E ideas curiosas como la de
introducir a la periodista en los flashback,
como si participara de lo que ocurrió.
Pero
también hay cosas que son un poco de principiante. Hay momentos inverosímiles,
situaciones no bien resueltas (supongo que por falta de presupuesto), algún
personaje pasado de vueltas, jueguecitos con la imagen que no vienen a cuento,
algún interrogatorio fallido por lo pesado… Pero hay otros interrogatorios muy
logrados.
La
cuestión es que esos desequilibrios pesan mucho en una valoración general
positiva. Y, sin embargo, me parece que los responsables tienen un enorme
potencial. Pueden llegar muy lejos en el futuro. Cierran muy bien todo en el
último capítulo.
Llama
la atención que los apellidos de la gente sean del mundo del baloncesto: Costa,
Sibilio, Corbalán, Solozábal, Tachenko… No entendí una cosa: hablan del vestido
semejante al de Kim Novak en Vértigo,
pero se parece más al de Kim Basinger en Instinto básico.
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