Soy
un pesado, lo sé. Siempre hablo de que en el cine debe pesar la
imagen, la forma, lo puramente fílmico y, cuando eso sucede, me
quejo porque flojea el guion. Me explico: quiero el peso de la imagen
porque escasea, porque a veces las películas parecen meros libros
ilustrados, una lectura con dibujitos. Pero desde luego el guion es
fundamental.
Robert
Eggers,
el señor que filma hogueras, rueda este Nosferatu,
un portento visual, una labor de fotografía acongojante, un
espectáculo gótico de negrura y contrastes. Como decían en Ripley:
La
luz. Siempre es la luz.
Está tan lograda su imaginería, es tan bonita que no hay terror. Te
quedas mirando boquiabierto esa belleza de estrangulación, de
mordisco, de sangre y… no te afecta emocionalmente. Es estética
pura.
No
me quejo. Como no me quejé de Sleepy
Hollow.
La diferencia es que Tim
Burton
usaba recursos de comedia y drama y algo de terror porque no
pretendía hacer una película terrorífica en sí. Y Robert
Eggers
sí quiere. O debería.
O,
si no, no haber utilizado el título de Nosferatu.
Creo que la parte más terrorífica es esa relación entre vampiros y
lo demoníaco. No estaba tan claro en la peli de Murnau
y se acerca más a la novela de Drácula.
Tampoco
tiene mucho sentido hablar de actuaciones en sentido normal,
genérico, clásico.
Son, de nuevo, interpretaciones artificiales, ordenadas a la
estética, que quiere una convulsión aquí, un espasmo allá,
movimientos grandilocuentes para que la cámara tome justo ese
detalle de vestidos y cortinajes desplegados. Ojo: es un reparto
enorme y no es fácil actuar del modo que les exige el director. No
les quito mérito. Simplemente son composiciones estilizadas al
servicio del encuadre.
Es
demasiado larga. Hay redundancias y a ratos se hace un poco cansina.
O igual es que te cansas a veces de la insistencia en imágenes
bonitas “gratuitas”, sin que avance la acción.
Pienso
que era una película con una tentación clara: pasarte de
postmoderno, hacer un Megalópolis.
Y el director no cae en la trampa. Logra un equilibrio maravilloso
entre el homenaje a la peli original y la visión del siglo XXI.
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