Está
bien dirigida, bien fotografiada y bien interpretada. Entiendo que,
en caliente, guste. Pero una vez reposada, pensada, se antoja
demasiado culebrón.
Elección
de un nuevo Papa. Nos introducimos en los entresijos de lo que pasa
ahí. Y me parece tan decepcionante… Sean curas, obispos o
cardenales, antes que nada son humanos y se entienden sus
debilidades. Ralph Fiennes es algo así como el detective
encargado de que ciertos cardenales no lleguen a las primeras
posiciones tirando de la manta de aspectos ocultos.
Podría
entender esta película desde un punto de vista geopolítico, de
estrategia mundial, de lo que podrían querer chinos, rusos o
africanos colocando como Papa a su candidato. Digo: no esperaba
reflexiones religiosas sino una historieta desde una perspectiva de
tebeo laicista, con los curas jugando su Juego de Tronos.
Sé que uno no debe juzgar por expectativas, sin embargo la cuestión política me parecía la única cabal. ¿Basarlo todo en la moral? Que si éste hizo esto y aquél hizo lo
otro, que si investigo aquí o allá para encontrar miserias humanas me parece demasiado rudimentario, demasiado fácilón.
Qué desaprovechado Stanley Tucci.
Ha
gustado a casi todo el mundo (debo ser la excepción) pero después de unas horas pienso que
todo es un artificio, un relleno de dos horas para llegar a la
revelación, al final “ambiguo”. A mí me dejó más bien frío,
indiferente. En plan pues vale.
En
fin, que hay pocas cosas peores que fundamentar toda tu película en
un deus ex machina.
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