16/12/24

Kingmaker

Hace 20 años
Nicolaj Arcel dirigió una película titulada El juego del rey. En esa película Ulrik Torp era un joven periodista danés que destapaba un turbio proceso político.
Ahora en Kingmaker (traducción al “castellano” de Morkeland) retoman al personaje de Ulrik Torp. Ya no es joven, ha estado 5 años en paro y acepta un puestecillo como becario.
Hay cosas poco sutiles pero imagino que es necesario para condensar la trama y hacerla avanzar al ritmo adecuado. Porque sí funciona bien ese ritmo: presentación de personajes, una psicología adecuadamente interesante, desarrollo de la investigación. La trama está bastante bien construida al mismo tiempo que aporta detalles: contrastar fuentes, evitar titulares fáciles, honradez profesional, prejuicios…
Sus valores fílmicos no son muy relevantes pero tal vez no era necesario. Cumple bien su función. La historia comienza con la ejecución de un funcionario del Ministerio del Interior y nos mostrará lo fácil que es cometer fraude electoral, lo sencillo que es manipular a la población y que traguemos con lo que nos digan.
Me gusta la escena del “accidente” de coche. Creo que logra sorprender e impactar por su brevedad y, precisamente, por ser sobria. Lo mejor es el paralelismo del cáncer del protagonista y el cáncer de la sociedad: dudas, resultados, rendirse o luchar, lo que contamos, a quién...
Hay cosas que en España nos suenan a fantasía. Ulrik considera que aceptar una caja de tomates se puede considerar soborno. Ése es el estándar danés. Lógico que se pregunten qué pinta España en Europa. Pero sigue siendo una película descorazonadora sobre la corrupción política y periodística.
No es nada del otro mundo pero está bien, tiene puntos interesantes y va al grano.

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