Estamos en un mundo ligeramente futurista con lluvia ácida casi permanente que no se puede beber. Hay tuberculosis, lepra… No existe internet. Hay grabadoras y máquinas de escribir.
La película bordea lo sórdido pero tiene mucha fuerza y una personalidad visual indudable. La banda sonora es contundente y amplifica la atmósfera oscura y opresiva.
Un producto colombiano más que decente. Sudamérica es el continente con más agua dulce y en el que peor distribuida está. Colombia no es la excepción. Es quizá la prueba más evidente de corrupción, malversación y mala gestión que puede existir. Un recurso abundante y necesario para enriquecer a unos pocos. Así que el tema les toca muy de cerca.
Esa investigación y esa conspiración funcionan bien en su mayor parte. Lo más desastroso, tal vez, son esas dos peleas, en paralelo, prolongadas sin sentido con el mínimo de imaginación.
Si se exceptúa eso el nivel de producción es bastante bueno y la dirección sólida y eficaz. De ahí puede salir una mitología que no se aprovecha bien del todo. Mantiene la tensión, presenta muy bien a sus personajes, desarrolla convenientemente las situaciones y el montaje, sin ser llamativo, fluye con agilidad.
Más amena de lo que esperaba si aceptas su oscuridad. Oscuridad ambiental y moral.
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