-Palacio
de invierno de San Petersburgo. Eso es palacio. El Buckingham es pequeña caseta
de perro.
1937.
Stan y Ollie. El Gordo y el Flaco. Arrasan con sus películas cómicas y están
tratando de que les aumenten el sueldo. 1953. Su salud no es muy buena, están
de capa caída y hacen giras teatrales en Inglaterra para ver si pueden sacar
una nueva película.
Y
como ocurre tantas veces, la vida de un cómico tiene un poso de tristeza. Es
así. Dos amigos, en las horas bajas de la vida, que tratan de convertir los
males en comicidad para otros. Hay escenas que duelen: la negativa a una nueva
película, no tener dinero para comprar una joya a su esposa…
Pero
quizá lo interesante de esto es la idea de que son amigos. Una amistad con
muchos altibajos. Una amistad muy complicada. Pero es la esencia de la
película, la percepción de que en la amistad no hay lógica ni razón, sólo un
sentimiento de compatibilidad.
En
el hilo conductor de esa gira final vamos encontrando sus motivos, sus vidas
fuera de los escenarios, su normalidad y su locura. Y también vemos cómo
forjaron la base de muchos gags que luego se imitarán hasta la saciedad.
Elegir
ese momento (el adiós al gordo y el flaco) es también un adiós a una etapa del
cine. Hay una nostalgia por la simplicidad de que aquel cine. El momento en que
el mundo se volvió más retorcido y perdió su ingenuidad.
Muy
buenas interpretaciones de Steve Coogan y John C. Reilly. Y ojo
con las esposas, Shirley Henderson y Nina Arianda, porque tienen
algunos choques verbales también muy interesantes.
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