Jo,
cómo me ha gustado. No tiene una planificación especialmente llamativa ni
visualmente busca aportar algo. Pero el guión es tan bueno, la trama está tan
bien llevada y, sobre todo, las interpretaciones de las tres protagonistas son
tan, tan buenas…
La
dinámica entre las dos inspectoras de policía es una maravilla (Toni
Collette y Merrit Wever). Distintas en muchas cosas pero conectadas
por algo fundamental: la pasión por cazar a ese violador en serie. Como dos
perros de presa que no conceden tregua. Son una delicia sus broncas, el modo de
controlarse la una a la otra, de animarse y, muy especialmente, esa
conversación en el coche durante una vigilancia. True Detective en versión femenina y mejor.
El
caso es real, así que me ha sorprendido el modo realista y claro en que
muestran la investigación. Nunca confusa, siempre incisiva, explicando con
habilidad las cuestiones más complejas.
La
trama en paralelo de Marie Adler (extraordinaria Kaitlyn Dever) me
parece muy astuta. Vemos las consecuencias de la violación sobre una persona a
quien, además, no creen. Consecuencias psicológicas, morales, sociales,
profesionales… La infancia y adolescencia de esa chica es tremenda.
-No
quiero que nadie me ayude. Quiero que dejen de pasarme cosas malas.
Y
genial cómo la psicóloga saca conclusiones de lo que Marie piensa sobre Bienvenidos a Zombieland.
Hay
un montón de secundarios que también dejan su impronta notable: las otras
víctimas del violador y la de otra poli: Dale Dickey.
Pensé
que dejarían el último capítulo para eso que odio tanto: los juicios. Pero
resulta que lo reducen al mínimo y dejan un gran espacio para atar cabos y que
los personajes respiren sin presión.
Habrá
quien siga diciendo que Netflix sólo hace series malas. Pero con Mindhunter, Cristal Oscuro y la presente, a ver quién les tose.
Una gran serie.
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