17/12/22

Avatar: El sentido del agua

Lo siento, pero no conecto. Me gustaría, pero no. Tengo la sensación de estar viendo un videojuego en el que juega otro. Ejemplo: el bichejo marino que se quiere comer al adolescente na’vi. Para mí cero tensión. No sólo sé que saldrá de ésa sino que, aunque se lo merienden, me da igual. Es un añadido sin conexión con la trama, un delirio tecnológico para demostrar el buen software que tienen, una aparatosidad técnica para personajes que me parecen todos iguales: sin verdadero drama, sin desarrollo creíble.
Espectáculo sin alma. Muy espectacular, no lo niego, muy poca emoción. Hazme una de indios y vaqueros con la fuerza de The English y te lo compro. La cuestión es simple: no veo la necesidad de tanto despliegue para lo poco que tienen que contar. Matrix era un paradigma, un equilibrio de forma y fondo. Esto es otra cosa, un desparrame informático para una historieta de medio pelo. A la hora y media sólo quería que acabara. Estábamos por la mitad y seguíamos en el punto de inicio.
El acto intermedio es un documental de Greenpeace Na’vi sobre la caza de ballenas y pasamos a la pelea final. Un desmadre enorme, apabullante, visualmente imponente, alucinante, excesivo. Hay que reconocerlo: lo hace con luz, de día, bien clarito, no como las chapuzas de Marvel. Y la parte nocturna igualmente nítida, para que resalten las llamaradas o esas anémonas de luz.
Lo peor es que a mí sí me gustan los efectos especiales y los avances técnicos aplicados al cine. Pero como apoyo. No como sustituto.
Otro ejemplo: el asalto al tren. Descarrilla con tal limpieza, la destrucción está tan pulida, la imagen es tan precisa en su elegancia que no me la creo. El ordenador es tan perfecto que me saca de la auténtica realidad imperfecta. Necesito rugosidad, azar. La única parte que me hizo vibrar un poco fue, al final, la rabia destructora de la madre.
Es irónico que el mensaje sea el triunfo de lo biológico sobre la tecnología, la naturaleza vence al artificio. Piénsalo, James Cameron.
Le sobran horas por todas partes.

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