-No
podemos predecir el futuro. Está escrito por demasiadas manos.
1942.
Los japoneses americanos van a campos de concentración. Culpables de espionaje
hasta que se demuestre lo contrario. La reclusión se agrava porque en muchos
casos se les despojaba de dignidad. Pero no es fácil quitarle la dignidad a un
japonés. Llega la novia mexicana embarazada al barracón miserable y la
potencial suegra, japonesa, que desprecia a esa chica, su raza y su embarazo,
sobreponiéndose a su odio, dice:
-Lamento
este desorden y no poder darte una bienvenida adecuada.
Eso.
Eso es dignidad.
La
serie critica con dureza este episodio de la historia de Estados Unidos del que
se habla poco. La violación sistemática de los derechos de 145.000 ciudadanos
durante 3 años.
Luego
está el terror que persigue a Chester Nakayama, el bakemono, el yurei, el
onnen, espíritu de cambios y transformaciones, cruzando mares, tratando de
saciar una necesidad insaciable. Como
dice el padre, los amuletos pueden proteger de los espíritus pero no de la
maldad humana.
En
cuanto ves (y oyes) cómo alguien hace crujir el cuello…
El
primer capítulo me dejó un poco frío. Luego sube notablemente el nivel. No está
a la altura de la primera temporada, pero contiene momentos muy dramáticos y otros
muy luminosos, una historia que no está sobada y que se sigue con interés.
Ahora
bien. La primera temporada tenía algo muy importante: la construcción de una
atmósfera claustrofóbica en la inmensidad ártica. Aquí la historia se
desparrama en el espacio y el tiempo, se dispersa en tramas que no acaban de entrelazarse
bien o que están ahí sólo para abultar. El final agota un poco con tanto para
acá y para allá.
Hay
una secuencia que me fascinó en el 1x06. Ese paraíso infernal y el paso al
cementerio. Una composición visual magnífica.
Y
también ese modo de expresar Hiroshima en el Más Allá como introducción al
último capítulo.
-Hoy
saldré a navegar por el océano, lejos, muy lejos del mundo y todos sus
problemas. Vamos. Vayamos juntos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario