Una
familia pobre. Hacinados en un sótano viven de trapicheos. El hijo mayor
encuentra empleo como tutor de inglés en una casa de gente rica. Y poco a poco
va colocando allí a toda la familia aunque fingen que no lo son. La hermana
como profesora de arte, el padre como chófer…
Con
un ritmo muy ágil nos va presentando toda esta situación de maquinaciones. Lo
convierte en algo divertido (desde luego muy poco ético por los medios que
emplean para lograr su objetivo) y tenso porque sabes que ahí tiene que pasar
algo.
Cuando
parece que la broma va a cansar, hay un giro. La dinámica establecida cambia a
un nivel incontrolable. El ritmo se vuelve frenético.
Pudo
ser una comedia de enredo convencional. Pero Bong Joon-ho la convierte
en una crítica social muy interesante cargada de desasosiego, ironía y, a la
postre, en una tragedia. Que sea una fiesta con cierta temática lo hace aún más
simbólico. Un final terrible no exento de amarga comicidad.
Bong Joon-ho es un director enorme
que siempre sorprende. Nunca se enamora de sus personajes, los dibuja, los
desarrolla, deja que tengan vida propia. Y si tienen que morir, mueren.
Planificación magnífica, puesta en escena… E imaginación para noquear, para
sacar soluciones inesperadas, para dar una vuelta a los géneros, de modo que
sean irreconocibles, novedosos.
No
deja títere con cabeza. Hasta para los detalles pequeños, para esos polis que
apenas aparecen, tiene preparada una andanada cómica.
Gran película.
No hay comentarios:
Publicar un comentario