Charlie
padece cataplejía. Las emociones le debilitan muscularmente. Especialmente la
alegría. Trabaja como bibliotecario porque las cosas son estables, tranquilas.
Hay poco sitio para las emociones si te dedicas a colocar libros
alfabéticamente. Hasta que llega Francesca, un torbellino. Y Charlie se ve
atraído como la polilla al fuego.
La
idea es buena, con un potencial tremendo. Pero mientras la veía, mientras
contemplaba cómo desperdiciaban posibilidades, no hacía más que pensar en lo
que Howard Hawks o Billy Wilder habrían hecho con esto. Y aunque
están Martin Freeman y Morena Baccarin yo sólo pensaba en Cary
Grant y Katharine Hepburn.
Una
vez presentados los personajes la película se empantana. No avanza. Reuniones
con amigos, conversaciones sin chispa, sin gracia. Minutos y más minutos de
aburrimiento inmenso con el único fin de alcanzar la hora y media antes del
desenlace.
Así
que un desperdicio de ideas y de personajes. La comedia romántica se desinfla
como si padeciese cataplejía y al primer conato de desarrollo… Pufff. Y ni es
comedia ni apenas romance. Por citar algo bueno: Melissa Rauch tocando al
chelo Zombie de The
Cranberries.
No
le doy el aprobado. Lástima.
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