A
ver. No niego que reencontrarse con Jesse Pinkman sea un placer. Inyectarse más
droga de Breaking Bad un
deleite. Pero para mí Breaking Bad estaba
cerrado y bien cerrado. Es una de esas cosas, cómo decir, como una pieza de
museo que cuanto menos la toques mejor.
Arrancamos
justo donde termina Breaking Bad.
Pinkman en la carretera y la policía que, comprensiblemente, está flipando con
lo que ha sucedido. Todo está lleno de personajes, referencias y guiños, desde
el hábito de enterrar cadáveres en el desierto a los célebres imanes. No es una
larga huida hacia el futuro. Son unos días, tratando de lograr algo de dinero
(irónico) para sobrevivir mientras elude a la poli.
Eso
impide que la peli nos hable (desde la interioridad) del camino de redención,
del proceso de Pinkman, que es el único sentido que yo le veía a esta peli. Y
no añade gran cosa al asunto aunque conozcamos finalmente al señor Driscoll.
No
me gustan los flashback por lo ya
dicho: Breaking Bad ya está
contada. Y, sin embargo, están ahí para tirar de nostalgia y que vayan
apareciendo personajes. Me interesa más la huida hacia adelante, el reinicio de
Pinkman. Su camino. Así que me sabe a poco.
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