28/8/21

The Good Fight. Temporada 5

Como siempre que se cuestiona el Estado de Derecho, la parafernalia jurídica, las tonterías burocráticas, el compadreo entre jueces y políticos, como siempre en esos casos, mi interés crece mucho. Así que toda la trama de
Mandy Patinkin me encantó. Gente que hace las cosas de forma distinta, al margen del sistema, porque es lo razonable. Mandy Patinkin y su juzgado 93/4 (a lo del arbitraje deberíamos darle un par de vueltas) fue maravilloso.
Mi sensación es que se ha convertido en una serie muy extraña, que ha evolucionado hacia líneas más fílmicas, más experimentales. Los guiones del matrimonio King se liberan cada vez más de la realidad. Dejan el ancla en la caracterización de los personajes pero luego vuelan libres para hacer lo que les da la gana.
Eso significa que, en ocasiones, se vuelve bastante loca en situaciones. Arriesgan y por tanto no siempre les sale bien. Pero arriesgan, que es lo importante. Aunque, claro, el fracaso depende de cada espectador. Las alucinaciones post-covid de Jay se me hicieron cargantes.
Se podría hablar de muchas cosas. Los nuevos personajes que no llegaron a la altura de los que se fueron, su visión de la historia reciente (ese final en el juzgado 93/4 es una parodia astuta del asalto al Capitolio), la legalización de la marihuana…
Pero me pareció peliagudo un capítulo sobre el tema racial y las minorías. Cómo los negros juegan sus armas, cómo cada vez surte menos efecto porque son más iguales o porque ya resulta cansino y cómo el arma que sigue funcionando definitivamente es la baza gay. Ahí descubrirán que es más efectivo hacerse pasar por lesbiana que usar la herramienta racial. Y evidencia que hay privilegios en las minorías. Un tratamiento inteligente, polémico, complejo, con aristas.
Y creo que nunca lo repetiré lo suficiente: qué grande es Kurt.

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