Rosebud no explicaba al Ciudadano.
Sigue siendo solamente un Individuo.
Eso es lo bueno: es inagotable.
Como ocurre con todo el buen cine.
Como ocurre con la vida.
Crítica y opinión de cine y series.
Es
una dirección bastante extraña que a veces recuerda el documental, a veces el biopic y, a veces, por muchos de sus
planos, a Terrence Malick. Pero no se deja envolver por los tópicos de
ninguno de ellos. Es
el relato de un acontecimiento histórico en el que vemos muy pocos hechos.
Omite datos importantes y de otros se deshace de un plumazo. Sutton Hoo es una
mera excusa para explorar los temas que al director le interesan. Por
un lado está el pasado. Excavamos para encontrarnos con los muertos, dice Edith.
Buscamos la memoria, conocernos, descubrir cómo hemos llegado hasta aquí, una
lucha por descubrirnos en nuestros antepasados. Por otro lado está la propia
conciencia de la muerte personal, lo efímero de nuestras propias vidas, la
resistencia a aceptar que no somos necesarios en este mundo, que la vida sigue
más allá de nosotros. Hay
mucha sensibilidad en la planificación. Simon Stone usa planos que se
relacionan, que se contradicen, que saltan a otro espacio sin que el
protagonista se haya movido, conversaciones que no corresponden a la imagen…
Hay una tenue sensación onírica, como si las almas estuviesen contemplando las
cosas desde fuera del cuerpo. Se acentúa con ello la sensación de estar en el
terreno de los recuerdos, la memoria, la historia. Carey Mulligan está portentosa y Ralph
Fiennes, con su personaje más bien estirado, hace maravillas. No va a
enganchar a grandes públicos (es bastante contemplativa) pero hay mucho cine
aquí detrás. Tengo mis dudas acerca de la historia de Lily James. Es una
historia interesante pero no sé si necesaria o, al menos, tan relevante como el
metraje que ocupa. Por
cierto. Ese póster que recuerda tanto al Ángelus
de Millet es una preciosidad.
1.
Apenas hay cines abiertos en España pero, si eres de los afortunados que tiene
uno cerca, puedes verNoticias del
gran mundo. Aquí el comentario. 2.
También se estrena en esos pocos cines Lupin
III: The First. Aquí el comentario. 3.
Ya nos podemos preparar para otro año sin grandes estrenos en los cines. Las
granes productoras vuelven a retrasar sus proyectos, pensando en finales de
2021 o directamente en 2022. Pobres exhibidores. Y las plataformas a ponerse
las botas. 4.
Ha vuelto Walker, el ranger de
Texas, sin que nadie lo hubiese pedido. Fui decidido a ver el primer capítulo
para comprobar si había algo que justificase su regreso. Pero en el minuto dos
mataban a su mujer y, ante tal alarde de originalidad, no pude seguir. 5.
Cortada con un patrón similar, pero muchísimo más divertida, es Almost Paradise. Un agente de la DEA
se retira a las playitas de Filipinas. Pero él es muy de meterse en líos. No
digo que merezca la pena pero los dos primeros capítulos son entretenidos. Christian
Kane siempre lo es. Además de chulillo. Por cierto, en la serie también se
llama Walker. No te confundas.
Como
Fast and Furious pero
francesa. Y mejor. Menos descerebrada. Menos cómic. Más violenta. Lino
es un mecánico de coches que cumple dos años de condena. Un poli de narcóticos
le saca del trullo para que tunee los coches de la policía y puedan estar a la
altura de los narcotraficantes. Pero también hay polis corruptos. Es
previsible, sencilla y eficaz. Las
peleas están muy bien rodadas, las muertes son explícitas y crudas. Desde luego
a Lino le ponen como un mapa y nadie se levantaría en un mes tras palizas así.
No voy a decir que sea realista pero el tono violento, tan físico, logra llamar
la atención. Desde
luego tendrían que explicar por qué nadie saca la pistola en comisaría mientras
todos se dan de mamporros o ese corte de plano cuando parece que van a detener
a Areski y luego… Pese a sus defectos se agradece que ponga las ruedas en el
suelo.
Pues
sí que se han dado prisa en hacer una segunda temporada. Y no habría pasado
nada por tardar un poco más, por pulir un poco mejor el guión. Sigue
siendo entretenida y su nivel de producción bastante bueno. Sigo pensando, como
en la primera temporada, que su imaginación no es excesiva. En mi opinión
deberían hacer una tormenta de ideas entre niños de 8 años para que soltaran
todas las locuras posibles que se pueden hacer con dinosaurios. Los guionistas
parecen muy preocupados por mantener la historia atada a la lógica y, señores,
que estamos hablando de dinosaurios, ¿a qué viene tanta moderación? Volvemos
a situaciones que se están volviendo repetitivas. Un capítulo como el de la
calle principal con el Tiranosaurio Rex, que debió ser de altísimo nivel, se
volvió aburrido por la escasez de ideas. En
cualquier caso son 8 capítulos, de 20 minutos cada uno, y se digieren bien. Fue
oportuna la introducción de los cazadores furtivos y debió desarrollarse mejor
la reaparición de Ben. Sí me gusta el tramo final, con esa persecución en
distintos tipos de vehículos. Y me gusta el cierre pero creo que han pasado por
alto un detalle: que la señal de alarma sí que ha sido recibida, que alguien sí
está en camino.
-La
distinción entre pasado, presente y futuro es sólo una obstinada ilusión
persistente. Una
droga llamada synchronic deja
cadáveres y efectos muy extraños. Dos enfermeros están desconcertados por lo
que ven. A
Christopher Nolan le habría gustado tener esta idea. Nolan
también le habría metido una doble o triple capa de giros y habría costado 200
millones más. Es verdad que, probablemente, habría sido mejor. Su
presentación es muy buena. Desconcertante, extraña, alucinógena, repleta de
escenarios y situaciones inquietantes. A medida que avanza se vuelve más
sencilla y convencional. Las cuestiones espacio-temporales no son nada
complicadas y tampoco tienen por qué serlo. La construcción de la atmósfera es
su mejor baza. Nueva Orleans un estupendo escenario para esa envoltura. Los
directores tienen un estilo muy personal, a medio camino entre el realismo y el
surrealismo. Los diálogos tratan de ponernos los pies en el suelo, la ambientación intenta perturbarnos. Los protagonistas pasean por el lado casi onírico con soltura,
como si ya lo hubiesen visto todo. Y eso causa aún más extrañeza en el
espectador. Me
gusta el proceso por el que Anthony Mackie va descubriendo las reglas de
esos saltos temporales. También parece que el pasado siempre fue hostil.
Aventurilla
espacial de serie B rodada con cierto oficio. No
voy a explicar en qué consiste. La película lo hace al inicio contando
atropelladamente una trama que habría dado para otra película. Hay alienígenas
malos y otros buenos y mutaciones diversas que hacen que los buenos se vuelvan
malos. El cómo y el porqué tendrás que verlo. O no. Hay
una trama de peso que se desarrolla en el espacio, en otro planeta, y hay una
pequeña trama que acontece en la Tierra. La
historia es simple pero la forma de contarlo un tanto caótica. Hay giros y
giros a los giros, gente que traiciona y otros que traicionan contra su
voluntad. Y a veces sin ninguna razón. Y en esas vueltas y revueltas se va casi
todo el metraje, resultando un poco pesada en larguísimas peleas innecesarias. Con
todo tiene su interés. Quiero decir que su idea de arranque me parece hasta
cierto punto original y es una pena que la conviertan en un festival de tiros.
Creo que con un poco de cabeza podría haber surgido un universo o, al menos,
una pequeña saga. La
peli sabe lo que es y por eso te ponen tomas falsas durante los títulos de
crédito, para que veas lo bien que se lo han pasado rodando esta cosita.
No
me extraña que esta película haya despertado polémica en Estados Unidos. Lo de
los tiroteos en institutos es tema muy sensible. Y además la primera escena nos
presenta a la heroína matando un ciervo. Las
pegas que yo pueda ponerle no vienen por ahí. Vienen sólo del cine en sí. La
película pretende ser La jungla de
cristal en versión psicópatas de instituto, pero se le olvida algo
importante: el humor. Porque su error es ir en serio. No puedes mezclar La jungla de cristal y Bowling for Columbine y salir bien
parado en ambos campos. Cuatro
descerebrados entran al instituto en busca de sus 15 minutos de gloria: matar a
mucha gente para salir en la tele. Y Zoe, que anda en los aseos en ese momento,
decide que tiene que hacer algo. El
metraje se va a la hora cincuenta. Demasiado para lo que tiene que contar. Las
charlas del psicópata llegan a aburrir bastante, las situaciones repetitivas se
hacen cansinas. Avanza a trompicones aunque, cuando lo hace animosa, opta por
soluciones bastante correctas. En
películas de este estilo las opiniones se polarizan. No hay por qué. Un término
medio está bien. Se deja ver, tiene múltiples fallos pero también sus cosas
buenas.
1.
Sí veré la próxima de Sorkin con Nicole Kidman y Javier Bardem
porque trata sobre I Love Lucy.
Cuenta una semana del rodaje de un capítulo de la mítica serie. Lucille Ball
tenía un ingenio y agudeza superior al de Sorkin, así que a ver cómo se
maneja. Título: Being the Ricardos. 2.
Tyler Rake debió dar realmente
muy buenos resultados porque, pese a las dificultades del coronavirus,
se quiere realizar Tyler Rake 2
este mismo año. 3.
Ya salieron las nominaciones a los Goya. En la categoría de mejor película me
parece que hay demasiado sentimiento, drama blando, rollo abrazable. Excepto Ane, que se sale un poco (un poco) de esos
esquemas, las demás se dirigen al mismo tipo de público. Como si las hubiesen
votado un mismo tipo de gente. O una única persona con gustos muy concretos.
Es
una de esas series noruegas que enseguida envidias porque te preguntas la razón
de que ellos puedan hacerlo y nosotros no. Si esta serie se hubiese realizado
en España los personajes habrían sido clichés, la trama amorosa del campamento
se habría llevado un tercio de la trama, se habrían repetido situaciones a
carretadas, se habrían obsesionado con la representación y con moralinas
progres. En Noruega ya están de vuelta de todo, así que no necesitan forzar
nada. Y
se centran en la historia, en contarnos algo con verosimilitud, buena
construcción de personajes y conflictos dramáticos bien desarrollados.
Comenzamos viendo al grupo de las Fuerzas Especiales noruegas en Afganistán y
desde ahí evolucionará hacia la política, lo personal, el espionaje, los
premios Nobel. Me
parece magistral cómo presenta la cuestión de que detrás de asuntos
desinteresados siempre hay intereses. No juzga. La vida es así. No es
reduccionista, no es maniquea. Las cosas son como son, los soldados matan, los
políticos hacen lo que pueden teniendo en cuenta que no tienen preparación en
nada, todo el mundo quiere triunfar de algún modo aun siendo por motivos
supuestamente nobles. En
el centro está el matrimonio Riiser: Johanne es secretaria del ministro de
Exteriores y Erling pertenece a las Fuerzas Especiales. Un acontecimiento
manipulado hará que ambos tengan que cruzar sus caminos profesionales. Muy
difícil ponerle alguna pega más allá de gustos personales (la cámara al hombro).
Tal vez alguna pequeña casualidad y un detalle sin aclarar, pero es una serie casi
impecable con un equilibrio extraordinario de todos sus elementos. Hasta
los títulos de crédito son una maravilla. Y además nos deleitan con ese deporte, esa especie de rugby con
caballos donde el balón es una cabra muerta.
Dicen
en el pueblo que Luke mató a su esposa, a su bebé y luego se suicidó. Un viejo
amigo de Luke, ahora agente del FBI, regresa al pueblo para el funeral. Otra
muerte, la de una amiga ahogada cuando eran jóvenes, planea en sus recuerdos. La
trama en sí es similar a otras muchas historias policiacas. Pero está muy bien
contada. Con calma, algunos dirán que lenta, pero es su ritmo adecuado. Eric
Bana regresa a su pueblo, a sus antiguas amistades, a sus antiguas
enemistades. Personajes bien construidos, sin clichés. Los
flashback proceden de su memoria,
cuando aún había alegría y esperanza. Hasta el momento luctuoso de la muerte de
Ellie que lo cambió todo y para siempre. Ya nunca habrá alegría ni entre los
amigos ni en el pueblo. Y ahora, durante la sequía, es peor aún. La fotografía
y el paisaje se entrelazan muy bien con el ánimo común de los ciudadanos. El
sol no es un sol que alegra, es el sol que quema. Como
digo no es muy llamativa en planteamientos, pero el director tiene muy claro lo
que quiere: planificación, montaje, estructura… Muy satisfactoria. Una buena
película policiaca que no necesita de tiroteos ni alardes para mantener la
intriga y el suspense. El final, el segundo caso, me parece resuelto por los pelos, pero creo que no es importante el modo de llegar a ello sino lo que significa.
-Este
delincuente nos ha encerrao. Estamos
en Pedraza (Segovia) con el cura, el alcalde, la veterinaria y guardia civil. Y
el tonto del pueblo. Lo típico. Pueblo castellano en el que nunca pasa nada.
Hasta que pasa. Y pasa que una de las 30 monedas de Judas aparece y se va liar
gordísima. De hecho Pedraza decidirá el destino del mundo. Todo
es excesivo en esta serie. Todo es Álex de la Iglesia. Nadie se quejará
de falta de intensidad. Intensa sí que es, sí. Si podemos ponerle pegas es que
esa intensidad se logra con un exceso de elementos. Hay monstruos, exorcismos,
ouija, asesinatos, conspiraciones en el Vaticano, espejos mágicos, espantapájaros
que cobran vida, comunicación a través de los sueños y un par de doppelganger… De
ahí vienen sus virtudes y defectos. Virtudes porque logra una imaginería visual
inquietante, perturbadora y original. Sus defectos porque capítulo a capítulo,
considerados independientemente, como el caso de la semana tipo Expediente X, funciona bien. El
conjunto es, ya lo dije, excesivo. Imposible encajar tantas piezas. Y a veces
se le va la pinza. Muchísimo. El 1x05 es un desmadre. Y el último, bueno, para
qué cortarse ya a esas alturas. Es
un cómic del fantaterror, inspirado
en el pulp americano y transmutado en
la expresión autóctona española. Es Lovecraft mezclado con pseudo-catolicismo.
Y la verdad es que, si comparamos la serie española con otras americanas similares,
la de Álex de la Iglesia es mejor. Más potente, más asquerosa, más ruda,
más inteligente, más loca, más graciosa, más descerebrada. Más, en general. Hay
conversaciones delirantes. Explicaciones teológicas cainitas se mezclan con el
queso de Burgos y la morcillita picante. Sus golpes de humor extraño son casi
siempre eficaces. Eduard Fernández está enorme. Miguel Ángel
Silvestre saca mucho partido a su alcalde ingenuo. Megan Montaner,
el personaje más normal, no gana para sustos. Macarena Gómez encarna a
la mujer más pragmática del mundo. Se
pasa tres pueblos. Tres Pedrazas. No tiene moderación ni control. No hay
medida. Es Álex de la Iglesia. El
problema gordo es que esto debió tener un cierre. No estoy preparado para
seguir con más locura y lo que es peor a nivel narrativo: tal vez no hay forma,
realmente, de dar un fin satisfactorio.
Harp
es un piloto de drones que desobedece órdenes. Es juzgado pero, en vez de
enviarle a la cárcel, es requerido por el capitán Leo para una misión de campo
en la guerra del este de Europa. Sin embargo el capitán Leo no es como Harp
pensaba. La
peli arranca con un combate que ya se me hizo pesado por la repetición de sus
diálogos y escenas. Una secuencia pensada para la tensión que aburría a las
amapolas. Después entran en juego los robots, la inteligencia artificial, el Terminator se fue a la guerra y hay
un montón de temas y planteamientos sugerentes que no están nada mal. Pero les
sacan muy poco partido. Es una pena que la película se preocupe más por añadir
combates que por explorar en las cuestiones que apunta. Me
parece muy interesante que, más allá, de la cuestión del robot consciente, se
use la idea de la imagen que se ofrece de él, de su campaña promocional: que
parezca humano, empático, negro… Eso podría haber dado para muchísimo pero se
limitan a unos pocos apuntes. También es muy interesante la reflexión final, un
poco a lo Blade Runner pero de
otra manera y peor contada. Esa
trama de Sofiya es otra cosa que se queda a medio contar.
Jefferson
Kyle Kidd (Tom Hanks) fue capitán confederado en la Guerra Civil. Ahora,
por 10 centavos, lee las noticias de pueblo en pueblo. Una niña de 10 años,
secuestrada desde hace 6 por los indios kiowa, ha sido liberada y piden al
capitán que la devuelva con su tío y tía. Greengrass abandona su estilo
habitual para traernos un western. Ese
género siempre capaz de renovarse, de encontrar perspectivas nuevas, una fuente
inagotable de historias. Es curiosa la profesión de Jefferson. Una especie de
trovador. O el equivalente a las series de aquella época. El ansia de que nos
cuenten historias, vidas de otras gentes. Es, en ese sentido, un homenaje a los
que cuentan historias. Aunque, como él mismo dice, eso no basta. Tom Hanks hace lo que mejor sabe
hacer (ser él mismo; como tiene práctica lo hace muy bien) y la niña está
espectacular. Hay algún momento un poquito sentimental pero también puntos dramáticos y un par de escenas muy logradas. El tiroteo en las montañas
tiene cierta dosis de originalidad y esa secuencia de la tormenta de polvo es
mágica. Una maravilla. Buena
película de corte clásico con algún que otro toque algo más moderno, más
realista. No es John Ford pero en él se inspira.
1.
Sí. El Cid tendrá temporada 2.
Los responsables aseguran que ahora van a por todas. Para mí llegan demasiado
tarde. No volveré a subirme a esa tortura medieval. 2.
El 11 de enero a las 11:00 estaba previsto que se diesen a conocer las
nominaciones a los Goya. Se suspendió debido al temporal Filomena. Yo no
entiendo qué relación hay entre una cosa y otra. Parece que es más importante
que aparezcan Dani Rovira y Ana Belén que las nominaciones en sí.
Que no será tan difícil colgarlas en internet, digo yo. 3.
Empecé a ver una serie llamada Call me
Kat. Y me pareció extraordinaria si se hubiese estrenado en los años
60. En la actualidad roza lo insoportable. Todo un bajón para Mayim Bialik
después de The Big Bang Theory.
Ya
mencioné en alguna ocasión que si en los siglos XI y XII hubiesen existido los
dibujos animados, habrían sido como los que hace Tomm Moore. Wolfwalkers tiene cosas
prodigiosas en su representación plana, en ese despojarse del artificio de la
perspectiva. Es un ejercicio de la imaginación que casi tiene que doler. Hay
algunos planos cenitales que se deslizan en planos laterales prodigiosos (última
escena, por ejemplo). Pero es que también es preciosa la casa y la algarabía de
la plaza del pueblo y el incendio… Esa
habilidad para tratar el trazo del dibujo y el color de formas tan libres me
fascinaron en El secreto del libro de Kells y La canción del mar.
Aquí lo llevan a un nivel imponente. Esto es, realmente, creatividad artística. Robyn
es una niña que quiere ser cazadora de lobos, como su padre. Pero entonces conoce
a Mebh, una niña-lobo. La vida de Robyn dará un vuelco. La
moraleja y planteamientos no son muy novedosos. Es una apuesta por el diálogo
entre culturas, el respeto de los que piensan distinto, etc. Pero el modo de
plasmarlo, insisto, es de una originalidad arrolladora. Y
no es ñoña. Ese momento en que Mebh amenaza desde lo alto de la muralla es estremecedor.
Quiero decir que Disney sería incapaz de lograr esta estética y tampoco la
fuerza de su contenido.
Creo
que hay que estar muy seguro de lo que uno hace cuando decide llevar al cine
tramas de este tipo: la mente que juega malas pasadas. Cuando tienes a un
detective privado paranoico el espectador sabe a qué se enfrenta. Todo puede
ser verdad o mentira o a medias. O unas cosas sí y otras no. O justo al revés. En
mi opinión, en estas historias, el montaje es relevante. Ahí te juegas casi
todo. La película me recordó en muchas ocasiones la Conspiración de 1997 con Mel Gibson y Julia Roberts,
peli mejor que ésta. Creo
que la película falla en muchas cosas. Entre ellas el montaje del que hablaba.
Hay elipsis demasiado enormes que luego te rellenan según conviene y no se
trata de jugar con el espectador sino de hacer trampa. Además quedan cabos sueltos muy grandes. Por
otra parte debo reconocer que April Mullen es una directora capaz de
escenas poderosas. Tiene que encontrar su estilo. Me explico: usa muchísimo la
cámara al hombro, supongo que porque piensa que eso otorga mayor fuerza a la
subjetividad. Pero no es así. Sus mejores secuencias son algunos travelling. El de apertura, por ejemplo,
es potentísimo. Bien
las interpretaciones. Aaron Eckhart con su locura, Tommy Lee Jones
a su lado nadie sabe por qué, Katherine Winnick misteriosa, Heather
Graham como la amiga leal. Quiero decir que pese a los buenos personajes y
pese a algunas escenas notables, la peli no acaba de funcionar del todo. Jugar
con juegos de la mente es arriesgado. -Esto
no va a acabar bien, Arthur.
Reconozco,
de un modo bastante objetivo, que la serie no es una gran maravilla. Pero
subjetivamente me ha gustado mucho. Aún estoy tratando de dilucidar el motivo.
He leído la obra de Leblanc y aunque me gustara moderadamente no me
considero un fan. Creo que la serie me atrae porque, aunque Lupin
sea un homenaje directo al Arsène Lupin de Maurice Leblanc es también un
homenaje indirecto a El conde de
Montecristo. Es un caballero ladrón surgido de las sombras para vengar
el pasado y ajustar cuentas. Y esa mezcla me parece que funciona muy bien. Netflix
nos ha ofrecido la primera parte de la primera temporada. Sólo 5 capítulos de
10. No sé la razón. Supongo que se debe a problemas con el coronavirus,
dificultades para el rodaje y demás. Leterrier dirige. Y le viene
bien estar ajustado de presupuesto porque así no se desmadra con escenas locas
de acción. Hay cosas previsibles, algunas cogidas por los pelos y otras
bastante ingeniosas. En
cualquier caso se trata de una serie muy entretenida, ágil, que se ve con
facilidad y para un público amplio. Echo en falta un poco más de humor y unos
socios de Lupin más consistentes, tanto en número como en personalidad, pero
supongo que eso se irá subsanando a medida que avance la trama. Espero que,
cuando termine la temporada, todo esté más encarrilado. Omar Sy está perfecto en su
papel.
-Me
convenciste en cuanto dijiste “misión no autorizada”. El
capítulo primero fue muy bueno. Ninguno de los demás estuvo a su altura. Se le
acercó el 3x07 por su contenido y revelaciones, pero no tenía ese equilibrio de
acción, aventura, nuevos mundos y personajes. Era para trekkies absolutos. Me pareció especialmente horrible el 3x04, esa
historia de amor tan melosa, tan acaramelada, tan empalagosa. Y venía
acompañada de la mala noticia de que el personaje que debió desaparecer, estaba
ahí para quedarse. La vuelta al universo espejo del 3x09 fue un rollo. No me
gustó el universo espejo en su momento y no hacía falta un regreso. Muy
logrado ese momento en que, con la tripulación de la Discovery en depresión
total, el ordenador recomienda ver una peli de Buster Keaton. La
cuestión con Star Trek, por la
que nunca seré un trekkie, es que
rara vez me da lo que promete. Hay capítulos buenos que ofrecen un gran nivel
pero que no exploraran con lógica sus posibilidades. Buenos planteamientos,
desarrollo con demasiada tecno-cháchara y soluciones pedestres. Porque le
preocupa más la representación o la paz en el mundo o la ecología o cualquier
moralina colateral. La ciencia-ficción se retuerce a la fantasía irracional, el
guión se fuerza, no lo dejan fluir. Los caracteres de los personajes son
inconsistentes. Un ejemplo de lo mal tratados que están: los oficiales de la
nueva Federación. Lo mismo son secos y obtusos que comprensivos y empáticos. En
cada momento lo que conviene. Como si los capítulos no formaran parte de un
todo. Que
vengan muchas más Star Trek es
buena razón para abandonar el universo. Tal vez recaiga en él de modo
ocasional. Pero la Discovery ya me ha cansado. Además, tenemos de vuelta a The Expanse. Y eso sí que es
ciencia-ficción de verdad.
Laura
sospecha que su marido puede estar engañándola, así que consulta con el mayor
seductor que conoce: su padre. Creo
que es la primera película de Sofia Coppola que me gusta, la primera que
me dice algo. Y creo que lo logra por su ausencia de artificios, porque no es
rebuscada. Es un acontecimiento de la vida cotidiana con un par de momentos
ligeramente excéntricos que podrían haber derivado hacia una comedia loca pero
que, incluso ahí, la directora muestra una notable moderación. Bill Murray y Rashida Jones
son padre e hija. No importa tanto la relación del matrimonio (que también)
como la de paternidad y filiación. Son psicologías muy bien estructuradas. Él
justificando su actuación en teorías pseudo-científicas, ella concediéndole
credibilidad porque es su padre. En realidad ambos buscan pasar un tiempo
juntos. La
película discurre sin sobresaltos: llevar a los niños al cole, comidas, cenas,
celebraciones. Es una historia bien acotada que quizá no cuenta grandes cosas
pero que sabe lo que quiere contar. Ni más ni menos. Y eso no lo había visto
antes en la dispersión de Sofia Coppola. Bien.
Sigue presentándonos las cosas en su mundo pijo, pero de un modo también más
suavizado.
1.
Hoy estrenan Salvaje en cines.
Puedes leer aquí lo que comenté de ella. 2.
El primer capítulo de The Watch
(basado supuestamente en ¡Guardias! ¡Guardias!
de Terry Pratchett) me ha espeluznado. Ni siquiera veré el segundo.
Indefinición estética, montaje caótico, mala presentación de personajes, nada
de humor. 3.
A Sandra Bullock y Channing Tatum los veremos en The Lost City of D. Comedia romántica
de aventuras. A Sandra Bullock se le ha vuelto a olvidar que tiene 56
años.
-¿Sabes
cuál es tu problema? Eres demasiado listo. Por eso a la gente no le gustan los
expertos. Chibnall dimisión. ¿Cuántas
veces tenemos que decirlo? No entiendo su forma de dirigir, sus conversaciones
que parecen en cámara lenta, ese objetivo enfocando siempre 5 segundos más de
lo necesario o enfocando reacciones innecesarias por completo. Qué forma de
destrozar el ritmo, de entorpecer el dinamismo de la trama. Bien.
Ya conocemos a Jack Robertson (el señor Florrick, Chris Noth). Es lo
mejor de este capítulo porque es muy Florrick. Muy, muy gracioso. Manipulador y
gracioso. Quiere usar las carcasas de los Dalek como robots de seguridad. Y,
claro, las cosas no salen como uno espera cuando se trata de las criaturas más
peligrosas de la galaxia. La doctora lleva 20 años encerrada en una prisión y
alguien tendrá que sacarla de allí, ¿verdad? Es
Doctor Who y yo lo veo aunque
esté en un concurso de cocina. Pero qué desgana, la verdad. Por favor, por
favor, por favor: que alguien coloque a guionistas y directores decentes a esta
Doctora. Necesita conocerse de verdad para que nosotros podamos hacer lo mismo. Las
despedidas suelen ser tristes. Que aquí no lo sean es significativo, ¿no? Con
un poco de suerte un solo companion
será suficiente. Como siempre lo fue. Aunque me temo que ese regreso a lo
esencial necesitará más cambios. En
cualquier caso, para ser un capítulo especial, queda claro que no tiene entidad
significativa, tira a flojito. No tiene fuerza de evento. Es otro más de entre
los mediocres. Chibnall dimisión.
Estamos
empezando el año pero ya podemos asegurar que será muy difícil encontrar otra
película tan descerebrada en 2021. Es
un despropósito en el núcleo de la historia (ese maletín), es un despropósito
en su mezcla de géneros (Segunda Guerra Mundial y gremlin) y es un despropósito
en su modo de plantear la acción. Todos esos elementos pudieron tener su
sentido contados de otra manera. Pero no así. Tan loco, tan descabellado, con
soluciones concebidas en plan hacerlo más tonto todavía. La
película dura 75 minutos y en 50 de ellos sólo vemos a Chlöe Grace Moretz.
La verdad es que la claustrofobia de ese cubículo de ametralladora está
bastante bien. Hay tensión pero se podría haber sacado mucho más partido con un
guión que tuviese dos dedos de frente. Lo
peor es que trata de ser un homenaje a las mujeres aviadoras. Flaco servicio. El
final sólo es aceptable porque nuestro cerebro ya está en encefalograma
plano. No sé. Si estás dispuesto a tragar con todo es posible que incluso sea
disfrutable. A mí acabó por parecerme una majadería excesiva.
Una
mujer contrata a una agencia de detectives para asegurarse de que cuidan bien a
su madre en la residencia de ancianos. Los detectives deciden infiltrar a un
hombre de 84 años. Todos
aquellos a los que se les llena la boca con la representación deberían ver esta
película. Porque el grupo de población más numeroso y el menos representado es
el de los ancianos. Se
trata, en realidad, de un documental sobre una residencia de ancianos. Lo del
espía es un mero artificio para presentarnos un paisaje de personajes solos,
desconcertados, aparcados. Es una película que resulta a ratos rara, a ratos
dura (tres de los actores murieron durante el rodaje aunque sólo vemos uno) a ratos desconcertante. Pero muy humana. Cada persona es una
historia apenas atisbada, largas vidas a las que de pronto no ven sentido,
gentes que no entienden por qué han sido relegados. La conclusión del agente
topo es demoledora, realista, la rúbrica de una sociedad egoísta. Y, al mismo
tiempo, un elogio de las gentes que hacen lo que pueden, lo mejor que pueden,
con los pocos medios que tienen, para tratar de llevar un poco de felicidad a esa humanidad rechazada. La
directora chilena, Maite Alberdi, ha sido hábil al utilizar el mcguffin del espía para convertir un
documental en una película.
Un
productor de cine (Robert de Niro) debe dinero a un mafioso (Morgan
Freeman). El modo de devolverlo será rodar una mala película y que el actor
principal (Tommy Lee Jones) muera en una escena peligrosa para cobrar el
seguro. Pero
resulta que la directora novata está haciendo, tal vez, una obra maestra del western. Tras
En guerra con mi abuelo me
esperaba otro bodrio similar perpetrado por de Niro. Pero no. La última gran estafa es bastante
mejor. No es una genialidad pero al menos sabe lo que está haciendo. Tal
vez lo más interesante es que esa parodia dice mucho, entre bromas y gags, del
mundo de Hollywood, de un modo más sincero que muchas de las pelis que lo
idealizan. Hay ironía y crítica, unas veces más soterrada que otras. Tarde
en arrancar y falta algún que otro gag añadido a esos intentos por matar a
Duke. Pese a todo resulta entretenida y tiene unos cuantos buenos momentos.
Además, claro, ver a esos tres actores juntos es una gozada.