Sigue
pareciéndome una serie magistral en muchos aspectos y, desde luego, en la forma
de plantear los estereotipos. El zombi (chico paradillo con el que todo el
mundo se mete), la ninja invisible (la chica tímida que trata de pasar
desapercibida), la bruja (la chica traviesa y lianta), los trolls
(hiperactivos), la sirena (la rompecorazones)…
Al
mismo tiempo tiene una habilidad poco común para traducir problemas adultos a
términos infantiles. O a la inversa: ese político ofreciendo tacos todos los
viernes y tortas a mitad de semana. Lo fácil que es infantilizar a adultos con
bobas promesas.
Sin
embargo, ay, me parece que la serie comete un error en sus últimos cuatro o
cinco episodios. Ese ascenso de un estado pre-nazi se deja llevar por demasiado
drama y se diluye lo divertido. Es verdad que gana mucho en profundidad, pero
creo que se distancia del público infantil en exceso.
Me
gustó mucho la secuencia en la que Lars es atropellado por un coche mientras
huye de la gente que le apoya. Así de fácil, de estúpidamente, se crean odios y
se confunden las intenciones cuando nos apresuramos a juzgar. Hay muchos
componentes críticos en esa escena.
Queda
muy abierta para una tercera temporada que espero que tenga futuro. Pero ver a
un Lars oscuro, enfadado… No sé, no sé.
En
cualquier caso me lo he pasado muy bien.
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