1954.
Tres hombres son contratados para proteger (es decir, tomar como rehenes) a una
mujer y sus hijos mientras el padre va a recoger un documento. Los tres aceptan
con tal de que el encargo no venga de Frank Capelli. Ni de Aldrick Watkins. Por
supuesto las cosas se van a complicar.
Pues
va a estar entre mis favoritas del año. Es una de esas pelis que sabes que te
va a gustar, que va a ser buena, en cuanto ves la escena de los créditos
iniciales. Su fotografía, su ritmo, su estética, ambiente, música…
Soderbergh levanta una mano y
tiene a su disposición un aluvión de actores dispuestos a ponerse a sus
órdenes. Don Cheadle, Benicio del Toro, Brendan
Fraser, Julia Fox, Amy Seimetz, Katherine Banks, Kieran
Culkin, David Harbour, Jon Hamm, Ray Liotta, Matt
Damon…
Una
trama que empieza despacio, sencilla y que progresivamente se complica. Un robo
(o varios) que implica cada vez a más gente. Sólo muy avanzada la película entendemos
hacia dónde va. El misterio está en cuál es el objeto a robar y las
implicaciones que eso tiene.
Hay
muchas formas de contar casos históricos de corrupción empresarial y política,
pero este acercamiento esquinado de Soderbergh me parece muy ingenioso.
Mantiene el suspense sobre la verdadera cuestión y, aunque no sea verídico,
resulta más atractivo que cualquier documental o pseudo-documental basado en
hechos reales. Que tampoco son nunca verídicos.
Orfeo
y Eurídice.
Me
gusta la idea de este cine negro encubierto. El detective privado ha sido
sustituido por un tipo que tiene una máquina que te hace revivir los recuerdos
con total nitidez. Y pueden ser visualizados por los demás. A veces, el fiscal,
le pide que la use en interrogatorios. Hay mujeres fatales y bebedores de
whisky en la penumbra y gente mafiosa y polis corruptos y un protagonista que
recibe palizas…
El
envoltorio es un mundo levemente post-apocalíptico, con ciudades anegadas de
agua y toques de ciencia-ficción que navegan entre Blade Runner y Origen.
La estética se conserva retro, como de los años 50, hombres con sombrero,
vestidos de noche, muebles de la época.
Pero
Lisa Joy no es su cuñado. No tiene por qué serlo, claro. Lisa Joy
trata de emular a Christopher Nolan pero donde él impacta con la imagen
ella pretende hacerlo con la escritura. Pero esto no es un libro, es cine.
Todas
esas parrafadas de voz en off
deberían sustituirse con acción. No me refiero a la acción de tiros y peleas.
Acción de hechos, de acontecimientos. Todas esas rutinas verbales deberían
abreviarse con unas pocas imágenes. Sí está bien escrita y los personajes
tienen poso. Más aún si les dan vida Hugh Jackman y una espléndida Thandie
Newton.
Quiere
vender que los recuerdos son melancolía, así que ese tono tiene la historia.
Pero no es lo que pedía. Es cine negro y requiere energía, fuerza. Se hace
plúmbea en muchas ocasiones.
Tenía
potencial para ser muchísimo más pero se queda en una cosita poco memorable.
Como
siempre que se cuestiona el Estado de Derecho, la parafernalia jurídica, las
tonterías burocráticas, el compadreo entre jueces y políticos, como siempre en
esos casos, mi interés crece mucho. Así que toda la trama de Mandy Patinkin
me encantó. Gente que hace las cosas de forma distinta, al margen del sistema,
porque es lo razonable. Mandy Patinkin y su juzgado 93/4 (a lo
del arbitraje deberíamos darle un par de vueltas) fue maravilloso.
Mi
sensación es que se ha convertido en una serie muy extraña, que ha evolucionado
hacia líneas más fílmicas, más experimentales. Los guiones del matrimonio King
se liberan cada vez más de la realidad. Dejan el ancla en la caracterización de
los personajes pero luego vuelan libres para hacer lo que les da la gana.
Eso
significa que, en ocasiones, se vuelve bastante loca en situaciones. Arriesgan
y por tanto no siempre les sale bien. Pero arriesgan, que es lo importante.
Aunque, claro, el fracaso depende de cada espectador. Las alucinaciones
post-covid de Jay se me hicieron cargantes.
Se
podría hablar de muchas cosas. Los nuevos personajes que no llegaron a la
altura de los que se fueron, su visión de la historia reciente (ese final en el
juzgado 93/4 es una parodia astuta del asalto al Capitolio), la
legalización de la marihuana…
Pero
me pareció peliagudo un capítulo sobre el tema racial y las minorías. Cómo los
negros juegan sus armas, cómo cada vez surte menos efecto porque son más
iguales o porque ya resulta cansino y cómo el arma que sigue funcionando
definitivamente es la baza gay. Ahí descubrirán que es más efectivo hacerse
pasar por lesbiana que usar la herramienta racial. Y evidencia que hay
privilegios en las minorías. Un tratamiento inteligente, polémico, complejo,
con aristas.
Y
creo que nunca lo repetiré lo suficiente: qué grande es Kurt.
1.
La peli de Downton Abbey me
pilló cansado y no la vi. Pero el resultado de taquilla fue más que bueno, así
que en breve tendremos la secuela. Downton
Abbey: A New Era. No tengo ni idea de cómo va la cronología pero la
condesa Violet Crawley debe ser ya la criatura más vieja de la Tierra. Creo que
va por ahí de copeo con Yoda.
2.
Quedan 4 meses del año. A Netflix le parece razonable estrenar, en ese tiempo,
40 películas.
3.
Amenábar estrena La Fortuna
el 30 de septiembre. Este hombre me ha decepcionado tanto que sus últimas
películas ya ni las vi. Voy a darle una oportunidad con esta serie.
Otra
animación decepcionante de Netflix. Entiendo que es un aperitivo antes de la
segunda temporada de la serie o un complemento para crear contexto. Pero ese
tipo de cosas se pueden hacer con cortos de 15 o 20 minutos o con fórmulas
diversas.
El
largometraje no tiene interés alguno. Es genérico, sin personalidad. Podría ser
una trama de Monster Hunter o Castlevania o alguna de las docenas
de series que tiene por ahí Netflix. Misma estética, mismos recursos
estilísticos, mismas tramas.
Es
verdad que Netflix tiene que crear catálogo pero creo que esta no es la manera.
Y que ya está bien. También tiene que ganar premios y es, creo yo, en lo que
debería centrarse. En hacer media docena de buenas pelis al año. No es
incompatible una cosa con la otra pero, por favor, más animaciones clónicas
como ésta no.
Intento
rescatar algo especial: una de las peleas de espadas, de magia, el alud, las
escenas de nieve, el lugar donde se juega con híbridos… Pero no hay nada que
resalte. Es posible que sea material reciclado de otra serie de animación o que
nos lo vayamos a encontrar en otra futura.
Ese
giro de guión es una vergüenza. Debería estar tipificado en el código penal.
Caprichoso, innecesario y, sobre todo, contraproducente. Extraordinariamente
ridículo. Porque, ¿acaso no habríamos preferido ver la realidad tal cual? Que
sí. Que nos van dejando pistas. Pero es una tontería lo mires como lo mires.
No
está mal el planteamiento para intentar huir de los tópicos de las pelis tipo El fugitivo. Lo mejor es Jason
Momoa. Hace una buena interpretación dentro de su tipo rudo. Rudo, con
matices y sentimientos. La rudeza tiene modos de expresarse. Así que por ahí
bien.
Pero
ya está. Dentro de una narrativa convencional es una peli entretenida. En el
momento en que intenta dejarnos con la boca abierta es un desastre.
Espero
que la policía ya haya detenido al responsable de esa brillantísima idea. Figúrate que sigue suelto y en nada tenemos
otra locura así dentro de una peli.
-¿Estás
seguro de que quieres saltar al agujero del que tardaste tanto en salir?
Creo
que ha perdido un poquito de sus señas de identidad, un algo de esa caótica
vida cotidiana de Jack. La intriga policial, a cambio, gana presencia. Obvio. Y
es una buena trama, desarrollada con habilidad y esmero en los 4 capítulos.
Pero echo en falta ese desastre de vida ordinaria que, inevitablemente,
derivaba a situaciones graciosas y rocambolescas. Ha perdido bastante humor. Y
el Prince of Prussia ha cambiado también.
Sigue
teniendo cosas muy buenas. Ese respaldo del asiento del coche. Qué buen partido
le sacan. Tampoco han perdido la pluma con los diálogos. Pero lo que no tiene
desperdicio es lo de Harry conduciendo con el gotero en el retrovisor.
Hay
detrás un pulso de decadencia que no sólo afecta al protagonista. El paso del
tiempo, la culpa, el peso de las personas fallecidas, la lánguida dejadez por
la que todos se dejan arrastrar. Que un jovenzuelo, recién salido de la cárcel,
esté alborotando en su misión de venganza, les despierta de esa paz no deseada.
Es
un cierre. No tiene pinta de que vaya a regresar. Lástima.