-Los
doctores saben lo que hacen.
-No.
Claro que no. Sólo improvisan, como hacemos todos los demás.
Hacía
mucho que no me deslizaba en el territorio de comedias románticas modernas.
Esta película tenía, en general, buenas críticas, así que me arriesgué.
No
sé. No acabo de encajarlas. No acabo de entender por qué las llaman comedias ni
por qué las llaman románticas. Ni entiendo que llamen diálogos a algo que se ve
que está escrito sobre la marcha, sin pulir, sin trabajar, sin darle vueltas,
sin un interés verdadero por los aspectos cinematográficos: condensación,
impacto, ingenio, réplicas… En cambio hay todos esos bucles, repeticiones,
rellenos, dificultades para que la trama avance.
El
aliciente racial pakistaní parecía el punto de originalidad. Pero en realidad,
curiosamente, lo interesante es la enfermedad de la chica. Y los guionistas ni
siquiera se han dado cuenta de que ése era el eje principal. Y, claro, la
enfermedad hace que se convierta en drama. Y tratan de mantener un equilibrio
imposible.
No
está mal pero a mí me parece otra del montón. Que reciba buenas críticas sólo
pone en evidencia la crisis del género.
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