Yasujiro Ozu filma en color, tonos pastel, suaves y cálidos. La película tiene abundantes toques de comedia. En el fondo cuenta cómo el abuso del sake conduce a la soledad o, tal vez, la soledad conduce al sake. No está claro cuál es la causa y la consecuencia. Pero, aunque el tema sea triste, lo cierto es que la gente bebe y se agarra unas curdas divertidísimas.
Un hombre viudo se debate entre retener a su hija a su lado o animarla a que se case y viva su vida. Contemplando la vida de amigos suyos, se da cuenta de que debe permitirla ir a su aire.
Otro de esos retratos de familia de extraordinaria verosimilitud y una mirada a la vez tierna y frustrada sobre la humanidad. Tal vez sobre él mismo.
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