-Apuesto a que se mata antes del fin de
semana.
Eddie está obsesionado desde que era niño. Su
objetivo es estar en unos Juegos Olímpicos de Invierno. No ganar. Estar. Se
conforma con eso. Los médicos le dijeron que era débil, que no tenía cuerpo de
atleta. Él quiere demostrar que se equivocan.
Y gracias a que las reglas llevan 52 años
sin actualizarse y gracias a que no hay ningún saltador de esquí en el Reino
Unido, decide jugársela con el más impresentable de los entrenadores: Bronson
Peary. Hugh Jackman, por supuesto.
Todo esto puede parecer una broma. Pero fue
verdad. Y es lo que cuenta la peli. Cómo un tío del que todos se burlaban se
convirtió en una estrella. No por sus marcas, sino por su constancia y
esfuerzo.
Preciosa esa escena en la que Hugh
Jackman salta en mangas de camisa, borracho, con un pitillo en los labios.
Preciosa la estética paradójica del salto: arriba, atrás, adelante, abajo.
Una de esas pelis de superación, sin grandes
novedades, pero con un personaje atractivo y con ritmo muy ágil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario