La
novela de Paul Torday se enmarca
dentro de la sátira política, un género que los ingleses manejan muy bien.
Mientras leía el libro pensaba en ¡Noticia bomba!, de Evelyn Waugh. Sin alcanzar su nivel,
por supuesto.
Lasse Hallström se las ha apañado
para convertirlo en una película romántica. El personaje de Kristin Scott Thomas, jefa de prensa
del gobierno, es la única que conserva la vitriólica acidez, la que dispensa
unos diálogos que dejan temblando al personal. Pero todo lo demás es dulce y cordial.Las diferencias se intensifican con el final, claro. Ese pasaje que en el libro creaba un cierre perfecto, trágico, cómico, lleno de humor negro e ironía vital (o mortal), en la película se queda muy blandito.
No es un problema comparativo, no me dejo llevar por el libro. Es, simplemente, que al quitarle los elementos de fuerza, la película se queda en algo amable y atractivo pero también muy sosillo.
2 comentarios:
Sin haber leído el libro, la película me gustó, en especial el retrato de las funciones "políticos-funcionarios".
Pues eso en el libro también está bastante más logrado. Es muy gracioso todo el intercambio de e-mails, memorandos, papeles.
En la peli lo han intentado reproducir pero también en eso se han quedado un poco lejos.
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