Rosebud no explicaba al Ciudadano.
Sigue siendo solamente un Individuo.
Eso es lo bueno: es inagotable.
Como ocurre con todo el buen cine.
Como ocurre con la vida.
Crítica y opinión de cine y series.
Los
clásicos se llaman así por una buena razón: son universales, son esenciales,
son humanos. Muy humanos.
Harakiri es una película japonesa del año 1962
dirigida por Masaki Kobayashi. Pero
podría haber estado firmada por un tal Homero
en el siglo VIII a. C. y formar parte de una de las historias de La
Odisea, los diálogos podrían insertarse en La Ilíada, los
personajes ser primos hermanos, Ulises colega de parranda de Tsugumo, Chijiiwa
de Telémaco y Miho tejería con Penélope. El
honor, por supuesto. Qué cosa tan difícil. Yoji Yamada, con su trilogía
sobre el samurai, intenta recuperar de algún modo ese espíritu. Yamada tiene profundidad, es bueno.
Pero creo que Harakiri es muy superior. El año pasado Takashi Miike hizo un remake en 3D de Harakiri. Dicen que no
está mal pero me da miedo verla y, por otra parte, creo que es innecesaria.
Cuando algo es perfecto no debe tocarse. Harakiri
con una espada de bambú. Qué escena tan estremecedoramente poderosa.
Hay
muchas pelis buenas sobre drogas y otras adicciones. Enfocadas desde puntos de
vista distintos. Por eso no me atrevo a decir que una sea mejor que otras. Pero
Trainspotting,
indudablemente, está entre las grandes. Mucho
mejor que aquel Réquiem por un sueño de Aronofski,
que trató de vender como algo nuevo (4 años después) y que no era más que una
copia con distinta banda sonora (también buena, lo reconozco). Lo
del bebé es bastante fuerte. Es el momento en que percibes que no está de
coña. Que ahí puede pasar cualquier barbaridad. Y si su muerte es un bofetón, la
alucinación del bebé quizá lo supera por lo enfermizo. Desde
1996 muchas cosas han cambiado. Las drogas, la música, los hombres y las
mujeres. Dentro de cien años no habrá
hombres ni mujeres, sólo gilipollas. También el cine ha cambiado. Pero va a
ser difícil superar a Trainspotting. -Si hubiese sido ilegal,
nos habríamos inyectado vitamina C.
A
bote pronto Sacha Baron Cohen no me
atrae mucho. Una parte importante del humor inteligente es saber cuándo te
estás pasando. Y Sacha carece de ese
conocimiento. Toda tontería que se la pasa por la cabeza tiene que colocarla.
Y,
con todo, su presencia en la alfombra roja ha sido lo más interesante de los
últimos Oscar. Dar
premios a películas comerciales con un poquito de calidad es una cosa muy rara.
Imposible de evaluar. No hay ningún tipo de criterio para medir eso. Aunque
sigue siendo mejor que lo de aquí: dar premios a películas no comerciales que superen
el listón de cutre. Para que se pueda decir aquello de que para ser española no está mal. Se
me está ocurriendo una idea genial que quizá alguien podría poner en marcha:
dar premios a las mejores películas. Quizá eso podría funcionar.
No
voy a decir que sea una locura de película pero podría estar entre las
nominadas a los Oscar con más merecimiento que alguna otra; por ejemplo, en
lugar de ésa, no quiero dar títulos, que iba de un caballo en la Primera Guerra
Mundial.
Me
pregunto por qué no le han dado ya el Oscar a Michelle Williams, sin esperar a la gala. ¿Meryl Streep? Yo voto por la Williams.
Eso de interpretar el modo en que interpreta la actriz interpretada y más
teniendo en cuenta la mente complicada de MarilynMonroe... También
me cuestiono por qué la mayoría de las críticas dicen que es una peli pequeña,
una mera anécdota. Vete tú a decirle a Orson
Welles que un tío obsesionado con un trineo es poca cosa para hacer una
película. Como el crítico de ayer que señalaba io en el comentario con respecto a La invención de Hugo. Me
joroban esos críticos que van con ideas predefinidas acerca de lo que debería
haber sido o lo que les habría gustado que fuese. Las preguntas son: ¿qué
quería hacer el director? ¿Ha usado los medios adecuados? ¿Lo ha conseguido? A
mí me parece un retrato psicológico muy preciso de una personalidad
extremadamente compleja y retorcida. Y,
ya puestos, una mención a Emma Watson.
Así como Radcliffe en La
mujer de negro no nos hacía olvidar a Harry Potter, Emma Watson sí consigue que olvidemos a
Hermione Granger. Es verdad que podemos decir: ¿No es esa la que hacía de Hermione? Pero yo me la creo como Lucy,
la chica del vestuario. La
historia de una gran estrella que quería ser una gran actriz y la de un gran
actor que quería ser una gran estrella.
Junto
con Cinema
Paradiso el mejor homenaje al cine que he podido presenciar en una
pantalla. Martin Scorsese ha
realizado, al fin, su mejor película. Se
olvida de todas sus obsesiones por la génesis de la violencia, se centra en su
otra obsesión, el cine, y ahí está. Una película que derrocha encanto, calidad
y arte. Una
de esas películas que lamentas que se acaben. Te gustaría saber más de toda esa
gente que pulula por la estación. Sus vidas, sus pequeñas anécdotas, los
entresijos de su cotidianeidad. Cine
y literatura. Verne, Dickens (hay mucho de Dickens en la historia de Hugo a modo
de mcguffin), Chaplin, Harold Lloyd... Y
Méliès, por supuesto. El momento en
que el autómata ejecuta su movimiento me parece uno de esos grandes instantes
que no se perderán en el tiempo. Aunque, la verdad, supe que iba a ver algo
grande desde la primera escena. Ese travelling
con trampa que va desde el cielo de un París convertido en mecanismo de
relojería hasta los ojos de un niño después de atravesar multitudes. Brillante,
en serio. No te la pierdas. Hoy, te lo aseguro, no tienes nada mejor que hacer
que ver esta película.
Y
después de ver Firefly tenía que ver Cowboy Bebop porque muchos las
comparan y encuentran relación.
Una
de las más injustamente sobrevaloradas series anime. Cowboy Bebop tiene una historia que contar: la de un
asesino a sueldo, perteneciente a una organización que, un buen día, decide
huir y reconvertirse en cazarrecompensas. Atrás deja a una chica. Por delante
tiene un grandullón con una nave espacial y dos señoritas que se encontrarán
por el camino: otra cazarrecompensas y una jovencísima hacker. Pero el pasado le alcanza, obviamente. Esto
podría haberlo contado en 5 capítulos. La serie tiene 26. Lenta, confusa, con
frases entrecortadas que muchos entienden como misterio y profundidad pero que,
en realidad, es un no saber por dónde tirar. He
dicho 5 capítulos, es decir, unos 120 minutos. Justo lo que duraba la peli del
año 2001. Por eso la peli me gusta más. Y,
sí, vale, la banda sonora es maja, muy blues y muy jazz y muy lánguida y muy
perfecta para perdedores. Pero menos mal que la veía en deuvedé y podía darle
al mando para tirar para adelante. Así
que, contraviniendo todas las leyes y opiniones galácticas, no la recomiendo.
Aunque, por supuesto, para gustos los colores.
Tiene
cosas grandes el surrealismo. No hay muchas pelis surrealistas pero sí muchas
escenas surrealistas. Instantes que remiten a lo onírico, al absurdo, al
realismo mágico, a lo alucinatorio, a los efectos psicotrópicos, a lo
inesperado. Escenas
con un toque que quiebra la narración y descoloca al espectador. Esta peli es una
peli de aventuras para chavales. Sin más. Naturaleza salvaje, bichos,
misterios, mensajes en clave. Pero
esta película es digna de verse por su escena surrealista. Una escena tan ridícula, absurda y delirante como
he visto pocas en el cine. Dwayne
Johnson usando los pectorales para hacer rebotar cerezas. Sí. Ya puedes poner toda la cara de póquer que quieras que es verdad. Supongo
que Buñuel se estará removiendo en
su tumba porque no se le ocurrió a él. O acaso es demasiado surrealista para el
surrealismo.
Jason Reitman y Diablo Cody, después de Juno,
vuelven a unirse para crear otra comedia amarga. Más comedia y más amarga. E,
independientemente de que Ellen Page
nos cayera bien a todos, Charlize Theron
tiene muchas más tablas, más experiencia, más recursos.
Me
parece un guión mucho mejor escrito que el de Juno. Con personajes
secundarios más trabajados y matizados. Mavis en su mundo de fantasía. Pero todos
ven venir a Mavis desde lejos. Mavis.
37 años. Con ex marido, ex novio, ex amigos, ex trabajo. Sólo permanece fiel a
su botella. Y a su adolescencia. Vive en la Mini Manzana con un Mini Cooper y
un mini perro. Cómico
más triste igual a patético. Así
es Mavis. Siempre en fuga hacia atrás.
Una
de esas películas en las que acabas pidiendo la hora. Una
de esas películas en las que agradeces que no hablen porque los diálogos dan
pena de puro forzados. Una
de esas películas que empieza bien para, poco a poco, congelarse en los fríos
de Alaska y dejarte, como único elemento positivo, la belleza de sus parajes. Pretende
ser una película de supervivencia y que te la creas. Pero es altamente
inverosímil que batan récords mundiales (ese salto del acantilado a los árboles
por encima del río), que violen leyes físicas (ese modo de agarrar la cuerda que
se cae al vacío) y que los lobos vuelen (no me explico todavía cómo se llevaron
un cadáver en un segundo). En fin, cosas que Stallone en Máximo riesgo no se habría atrevido
a hacer porque le habrían llamado fantasma.
Aquí Liam Neeson y los otros machos
alfa (nosotros somos los animales)
las ejecutan bajo la capa de la seriedad. Para
ser una peli de aventuras es bastante tostón. Aunque el toque nihilista de la
última escena, tan macho alfa, me hace sospechar que quizá debí verla como un
drama metafórico acerca de la fragilidad de la condición humana. Me
paro a pensarlo. Tampoco
cuela.
Terror
de manual, previsible por entero. Casa maldita, espíritu de señora
cabreadísima, forastero con trauma reciente que llega sin enterarse de lo que
pasa. En esta ocasión el forastero resulta ser Harry Pot... digo Daniel Radcliffe.
La
cosa es que está ambientada a comienzos del siglo XX y la dirigen los ingleses.
Y ya se sabe que a los ingleses lo de la niebla, los caserones antiguos, los
coches de época y los trenes de vapor, se les da de miedo. Así que está muy
bien rodada, bien ambientada y tiene un larguísimo tramo en la que no se dice
ni una palabra y en la que sólo vemos a Harry Pot..., Daniel Radcliffe, pasándolas canutas en el caserón. El
final, bonito, tierno, es como la otra cara de esa secuencia de Harry
Potter y las reliquias de la muerte (2ª parte), el limbo del andén 9 y
3/4. En vez de venir para acá, va para allá. Previsible.
Otro
imitador de Tarantino con
presupuesto de serie B e ideas peregrinas.
Esos
diálogos que pretenden ser graciosos dan bastante pena. Esas
alusiones al perdón, a Dios, a la redención, buscan una profundidad imposible.
Se vuelven tan pretenciosas que no acabas de creerte que realmente estén
hablando de eso. Y,
con todo, han conseguido que estén por ahí, Curtis "50 cent" Jackson como protagonista y Ryan Phillippe y Bruce Willis de secundarios que aparecen de cuando en cuando. Le
doy un aprobadillo porque tienen la decencia de reducir la trama a 80 minutos
sin alargarla innecesariamente.
Es
un error filmar esta serie de esta manera, como si fuese un documental. Limita
mucho. Y se nota que es falso, que algunas tomas son imposibles y, otras, no
podrían existir. Y tanta cámara al hombro resulta mareante.
Le
veía potencial desde un punto de vista subjetivo. Me gustan esas aventuras
selváticas, llenas de misterios y magia y cosas imposibles. En un siglo tan
racional como el nuestro, hay un lugar inexplorado en el que cualquier cosa
puede pasar. La vertiente del terror no me atrae. Los
personajes me parecen buenos. Sin ser bichos raros (salvo Jahel Valenzuela,
claro) tampoco son clichés. Veremos si evolucionan. Problema a la vista: que se
convierta en capítulos autoconclusivos y se avance poco en la trama general. Hay
otras cosas que chocan bastante y con las que deberían haber tenido un poco más
de cuidado. Como ese árbol de los espíritus en el que los nativos cuelgan
muñecas. Si a ellos les funciona para quedarse tranquilos, está bien. Pero no
está tan bien que, en un lugar nunca explorado, sean muñecas de Toys R'Us. Entramos
en la Boiúna. Qué miedo.
Dos
Glee. No.
Aún peor: un Glee adulto. Un Glee de adolescentes metidos en el
cuerpo de adultos. Con conversaciones chorras acerca de que no puedes seguir tu
sueño y que sí debes seguir tu sueño. Smash aspira a estar entre las grandes series
sin haber reparado en su sólido infantilismo. Y
esa aspiración le lleva a hablar de Eva al desnudo como si se tutearan,
como si no hubiese un abismo de inteligencia entre ambas. ¿Es que no han reparado
en que el brutal, lúcido y adulto guión de Eva al desnudo está por completo
fuera del alcance de los que han parido Smash? Vale.
No debería enfadarme. Es culpa mía porque esperaba algo. Han
hecho otra serie para adolescentes que va a arrasar. Yo he tenido suficiente. Supongo
que Marilyn también.
¿Te
acuerdas de Daniel Espinosa, el tío
que dirigió Dinero fácil?
Pues
le han fichado en Hollywood, le han dado presupuesto y ahí tienes. Ha montado
una peli de acción que da gusto. Con persecuciones en coche y guantazos de los
que duelen con sólo verlos. Lo
ambienta en Ciudad del Cabo, cosa que está bien porque también hay otras
extensiones de tierra fuera de Estados Unidos. El
estilo está entre el de Tony Scott y
su fotografía quemada y el de Paul
Greengrass y su montaje rápido. Con
todo, lo más gracioso para mí es que Espinosa
se ha llevado desde Suecia a Fares Fares
y, como no debe tener ni idea de inglés, no dice ni una sola palabra en toda la
película. A
la salida, un trío de señoras ya mayorcitas, se fueron directas a las butacas del
café, comentando que estaban agotadas y que les dolía la cabeza con tanto no
parar.
La
historia me parece bastante sentimental y pedestre. O quizá debería decir
ecuestre, por aquello del caballo.
No
he leído la novela, pero sé que está narrada, toda ella, desde el punto de
vista del equino. Aquí no han tenido el valor o la sabiduría para hacerlo así. Ay,
Spielberg. Una vez más. Es
verdad que tiene encanto visual, travellings
elegantes, puesta en escena primorosa, una batalla del Somme espectacular,
logradas elipsis... Pero
ese sentimentalismo, qué le voy a hacer. A mí me cansa. Lo único que puedo
hacer es quitarle puntos por ese abuso en la búsqueda de la lágrima. Y, en el
fondo, la película entera, la historia del caballito pasando de mano en mano,
es la búsqueda de esos momentos. El final de atardecer naranja es de juzgado de
guardia. Quien
busque una peli para pasar la tarde, comiendo palomitas, en plan tierno y
bonito, tiene aquí una peli magnífica. No lo niego. Pero nominarla al Oscar...
¿Es que han perdido la puñetera cabeza?
En muchos aspectos me ha parecido mejor de lo que esperaba. La tibia acogida de la crítica no auguraba nada bueno. Porque, si hay algo peor que una mala película de Clint Eastwood, es una película mediocre de Clint Eastwood.
Pero entiendo esa indiferencia general. Pasa algo mediada la película. No sé qué. Algo que le hace perder el norte al director, algo que te indica que no sabe lo que quiere, cuál es la finalidad. No es una historia de los Estados Unidos a través de las vicisitudes del FBI. No es una historia del FBI a través de J. Edgar. No es una historia de J. Edgar a través de sus memorias. Y, cuando parece que empieza a adentrarse más a fondo en su psicología, en quién era realmente J. Edgar, resulta que él deja de interesarme. Y me interesan más ClydeTolson y Helen Gandy. Y, aunque sus papeles sean más pequeños que el de DiCaprio, me parece que actúan mejor Armie Hammer y Naomi Watts. Un triángulo bien extraño que, a fuerza de misterio, queda en el misterio. Dicho todo esto, si uno la compara con La Dama de Hierrro, muy similares en concepción, J. Edgar sale ganando claramente. Lo mejor: la reacción de Nixon cuando se entera de la muerte de J. Edgar.
Después
de ver los tres grandes papeles de Jessica
Chastain del año pasado (El árbol de la vida, La
deuda, Criadas y señoras), quería ver sus pequeños papeles.
Película
viscosa, realista y con costras. La
investigación de una serie de asesinatos de chicas jóvenes en la Texas
profunda. Extremadamente sobria. Quizá demasiado. No
sabemos mucho de los personajes, los diálogos dejan casi todo en el misterio y
las elipsis obligan a deducir mucho de lo que pasa. Sam Worthington, Geoffrey Dean Morgan, Jessica Chastain y Chloë Grace Moretz. Miras cualquiera de sus caras, incluso la
de la niña, y se te quitan las ganas de reír. Porque la vida puede ser muy
chunga. Creo
que la peli juega hábilmente desvelando, más o menos, quiénes son los malos. Y,
aun así, guardando la sorpresa definitiva para el final. Los emparejamientos
tienen su miga. No
es buena película pero tiene esa sequedad pastosa que, sin fuegos de artificio,
hace evolucionar bien una trama policiaca.
Hacía
ya muchos años que no llegaba a nuestras pantallas una peli de los teleñecos.
Tanto que hasta han cambiado de nombre y ahora hay que llamarlos muppets.
Pero
es comprensible que entre película y película pase tiempo. No es posible
fabricar, de hoy para mañana, esos guiones tan sólidos, tan profundos, capaces
de plantearnos dilemas cosmológicamente trascendentales. En esta ocasión la
pregunta es: ¿Eres un hombre o un muppet? Ahí queda eso, para el que sea capaz
de responder tan difícil cuestión. Está
Gustavo, Peggy, Gonzo, Fozzie, Animal, Scooter, Jason Segel, Amy Adams, Chris Cooper, Jack Black (vistiéndome tan elegante vais a estropear mi imagen), Mickey Rooney, Rashida Jones, Jim Parsons,
Whoopy Goldberg, Selena Gómez (no os conozco de nada,
pero mi agente me ha dicho que venga), Neil
Patrick Harris... Siempre me ha llamado la atención la cantidad de fans que
hacen cameos en sus pelis. Y
me gusta la abundancia de chistes retorcidos. Particularmente éste con
tirabuzón, cuando Emily Blunt
aparece haciendo el mismo papel que en El diablo viste de Prada, sólo que a
los órdenes de la señorita Peggy (directora de tallas grandes de Vogue) y comenta que la cerdita sólo
tendrá hueco en... septiembre. Genial. -Cariño,
¿quieres... casarte... conmigo...? -Maná,
maná. Sólo
para los que somos muppets.
Cuando
uno es pequeño y no sabe en qué dar, llega incluso a practicar cosas tan
singulares como el béisbol. Con reglas adaptadas, pero algún partidillo jugué.
Conozco
las reglas y poco más. No sé nada de la liga americana, ni de jugadores, ni de
equipos. Quiero decir que la totalidad de la película era nueva para mí: no
sabía qué iba a pasar, ni los resultados, ni cómo terminaba ese partido número
20, ni el partido final. Película
deportiva. Difícil hacer algo bueno. Por suerte para ella el guión es de Aaron Sorkin. Y me enganchó. Tiene
solidez, suspense. La historia de un tipo, Billy Beane (Brad Pitt), gerente de un equipo de mala muerte, con un presupuesto
ridículo, que contrata a un gordito recién licenciado en Economía en Yale, un
tal Peter Brand (Jonah Hill), que ha
diseñado un programa de estadística para el fichaje de jugadores. Y en un año
ambos cambian el béisbol: la forma de jugar, su filosofía, el negocio, los
conceptos. En
pequeños papeles están Philip Seymour
Hoffman, Robin Wright y Chris Pratt (el tontaina de Parks
and Recreation en un papel bien distinto). Tal
como son los americanos, no me extrañaría que se llevara el Oscar. Aquí no nos
dirá mucho, pero no sólo se deja de ver, sino que tiene numerosas cosas
sugerentes.
Ésta
sí que es para mí una de las series del año junto con Breaking Bad. Una
temporada que arranca como un tornado y no descansa.
Hasta
ahora los amigos eran amigos, los enemigos eran enemigos y los cónyuges
infieles eran cónyuges infieles. Ahora no. Ahora los amigos te clavan un puñal
por la espalda y los enemigos te pueden sacar del hoyo. Los cónyuges, no se
sabe. Sigue
habiendo un caso judicial por capítulo, en mi opinión prescindible, pero no
estorba para el desarrollo de lo verdaderamente importante: las historias
personales de un montón de personajes que no pierden interés con el paso de las
temporadas sino que mejoran. Eli
Gold es, quizá, el único que ha bajado un poco el nivel respecto a la temporada
anterior, pero no es preocupante. Y empiezo a pensar que me gustaría ver a Julianna Margulies trabajando para Michael J. Fox. Pero
es que, además, aparecen unos secundarios descomunales: la abogada Tascioni por
poner sólo un ejemplo de una galería de personajes fabricados a conciencia. La
evolución de esta serie permite que no ocurra lo que sucede con muchas:
obsolescencia previsible. The Good Wife puede crecer en
cualquier dirección. En realidad creo que podrían hacer un spin off de cada personaje principal (o de algún secundario) y
ofrecer las series en paralelo.
Intenté
conseguir la serie inglesa. Con Helen
Mirren. Pero los capítulos, 1 o 2 por temporada a lo largo de más de 10
años, no eran fácilmente localizables.
Fui
a la americana. Con Maria Bello. El
primer capítulo me pareció buenísimo. Una mujer entra en homicidios, territorio
masculino. El machismo que se respira es brutal y a Timoney ni siquiera le
asignan casos. Ahora bien: ella no lo pone fácil. Es una tipa con un mal
carácter y una mala leche increíble. No hace nada por caer bien. Realmente la
tensión interna de ese capítulo es imponente. Luego,
en los demás capítulos, el machismo se ve muy suavizado. Sigue estando Duffy,
como individuo inaguantable, pero los demás machos se portan razonablemente
bien. Y ella hasta tiene humor. Así
que la serie pierde mucho de su aliciente. Pero sigue teniendo capítulos
bastante logrados. Abandoné hace tiempo Person of Interest para subirme a ésta,
así que lamento que no vaya a renovar. Me
gusta el espantoso sombrero que lleva Maria
Bello. Viene a simbolizar lo poco que le importa lo que opinen de ella.
Sé
que para vender un producto hay que ofrecerlo, anunciarlo, darlo a conocer. No
está claro por qué unas cosas funcionan mejor que otras. No está claro que la
calidad se corresponda al bombardeo. Y no está claro que la cantidad de
publicidad se corresponda con los resultados. Sony,
en muchas ocasiones, consigue crear en mí un sentimiento de rechazo por lo
pesados que se ponen. Resident Evil la seguiré viendo
porque me gusta. Pero hay cosas de Sony que no veo o no compro porque son de
Sony. Jamás compraré una Playstation o una PSP. Siempre recomendaré una Wii o
una Nintendo. Que Anonymous haya decidido convertirla en un blanco me parece
lógico. Por pesados. Véase
el tráiler del último Resident Evil. ¿Cuántas veces
aparece la palabra Sony? Pues demasiadas. Tantas que te preguntas qué están
anunciando realmente. ¿La película o a sí mismos? ¿Contra qué lucha Alice?
¿Contra zombis o contra Sony? ¿Reconectar con el mal es reconectar con Sony? Evil=Sony. Excederse
es contraproducente. Al
menos, a mí me produce ese efecto.