1/1/09

Año nuevo, cine viejo

No sé cuántas veces he visto Eva al desnudo, pero hacía tiempo que no me dejaba caer por sus camerinos y me pareció que había llegado el momento.
No importa cuántas veces la vea: su guión me sigue fascinando.
Es una película bastante teatral, con pocos exteriores y muchas conversaciones. Conversaciones en bares, en restaurantes, en fiestas... Cuando veo Eva al desnudo pienso que es algo así como la raíz de Friends o Cómo conocí a vuestra madre. Aunque, lógicamente, Eva al desnudo está muy por encima en lo que se refiere a ingenio y sutilidad.
Ese duelo de 138 minutos entre Bette Davis y Anne Baxter es más intenso y brutal que cualquier duelo con pistola que haya visto en el cine. Esa tensión que se establece entre ambas me deja electrizado de principio a fin.
Y cuando uno cree que todo ha acabado, aparece Phoebe, la siguiente Eva de la lista, justo lo que se necesita para saber que, pese a haber asistido al mejor manual que existe para entender a las mujeres, los hombres seguiremos sin comprenderlas.
Y, además, está por ahí Marilyn Monroe.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si no se hubiera inventado ya la profundidad de campo, la habrían inventado ahí, para sacar a Marilyn en las escaleras observando el primer plano.

Individuo Kane dijo...

Sí. Hay planos tan naturales, tan fluidos, tan aparentemente simples que sólo fijándote bien en ellos te das cuenta de lo complejos que son.
De eso no sabe el cine el actual: se cree es obligatorio hacerse notar.