Terror
de manual, previsible por entero. Casa maldita, espíritu de señora
cabreadísima, forastero con trauma reciente que llega sin enterarse de lo que
pasa. En esta ocasión el forastero resulta ser Harry Pot... digo Daniel Radcliffe.
La
cosa es que está ambientada a comienzos del siglo XX y la dirigen los ingleses.
Y ya se sabe que a los ingleses lo de la niebla, los caserones antiguos, los
coches de época y los trenes de vapor, se les da de miedo. Así que está muy
bien rodada, bien ambientada y tiene un larguísimo tramo en la que no se dice
ni una palabra y en la que sólo vemos a Harry Pot..., Daniel Radcliffe, pasándolas canutas en el caserón.El final, bonito, tierno, es como la otra cara de esa secuencia de Harry Potter y las reliquias de la muerte (2ª parte), el limbo del andén 9 y 3/4. En vez de venir para acá, va para allá.
Previsible.
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