
La trama no es sencilla. Se conjuga la presencia de dos antiguos combatientes de la II Guerra Mundial que son bailarines y productores, la aparición de dos hermanas que bailan juntas y buscan promoción, un trabajo en Vermont, la historia de un general retirado... Y, obviamente, los romances que van surgiendo.
No la situaría entre los grandes musicales ni entre las grandes películas navideñas. Pero tiene su cosa, su gracia sencilla, su facilidad para hacer evolucionar una trama en la que muchos habrían tropezado.
Bien. Las navidades terminaron. Pero nunca es tarde para un poco de magia. Si te sientes nostálgico, Navidades blancas te satisfará. E incluye algún número bastante moderno para su tiempo: ese debate entre baile y coreografía.
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