Gente sencilla, gente buena, gente de la de toda la vida, gente un poquito rara, gente abierta pese a las primeras apariencias.
Esta vez la buena gente son los paletos de Minnesota.
Minnesota en invierno, con un frío de bigotes. Zellweger va para allá a ver si remodela la fábrica o la cierra, si despide a la gente (la buena gente) o se le ocurre algo.
Por supuesto, anda por ahí un joven viudo, muy bien dispuesto. También él es buena gente.
Me encuentro en la película con mi amiga Siobhan Fallon y ya la acepto mejor.
Película para ver mientras uno duerme la siesta. Con un ojo abierto basta para seguirla.
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