Miley Ray Cirus es el último escándalo de la factoría. Siempre me ha sorpredido la veta hipócrita de Disney. Se autopublicita como una empresa cargada de valores, protectora de la moral e interesada en eso de que el futuro será de ellos y bla, bla, bla...
En la práctica, todo eso les importa un carajo. Entre otras cosas son especialistas en quemar actrices. Alcohólicas, drogadictas y descerebradas consiguen superar la adolescencia a duras penas. Léase Lindsay Lohan, Vanessa Anne Hudgens o nuestra Miley. En cuanto cumplen los 14 años emprenden una meteórica carrera hacia la vacuidad. Quizá por eso admiro a Anne Hathaway: logró evadirse del parque de atracciones sin graves consecuencias psicológicas. Al menos por lo que sabemos hasta ahora.
El segundo capítulo divertido es el asunto de los comunicados de prensa. Después de que las niñas montan el jaleo, Disney les obliga a hacer unas declaraciones tan cursis, tan cínicas, tan estúpidamente moralizantes y, en el fondo, tan contradictorias, que es imposible darles crédito.
El tercer capítulo es que no todo son actrices ni han pasado por Disney ni es necesario salir de Hollywood. La inmadurez ataca a los actores, adultos e incluso españoles, cuando menos te lo esperas. Javier Bardem, cual manceba disneyana, ha dejado colgados a los productores de las próximas películas que tenía apalabradas. Va a tomarse un año sabático. Razón: está agotado.
Manda huevos.
Ya sabes: se pierden una cantidad de manos para trabajar en el campo...
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