Hanna, inspectora de
Homicidios en los cincuenta y pico. Metió a su hijo en la cárcel durante dos
años por tráfico de drogas. La rebajaron a Delitos Económicos. Ahora se ha
organizado un buen lío: su amante (poli) muere, dos bandas de moteros (Mobsters
y Delicuentos) están en guerra, entre medias está la mafia croata de los
Mimica, una infiltrada llamada Inez pasa información a la poli, otro infiltrado
en la poli pasa información al enemigo.
Está bien que la prota
sea una mujer a punto de jubilarse. Me gusta también que, en una serie sueca,
los polis vayan armados y no tengan problemas en tirar de gatillo. Había
llegado a pensar, por otras series suecas, que los policías eran pacifistas
entrenados por Greenpeace. Y hay muchos giros de guión y sorpresas.
El problema es que, a
veces, esos giros son inverosímiles y sirven para alargar la trama más y más.
Lo de que los Mimica inviten a la poli a comer a su casa es un exceso. Le sobra
bastante metraje pero aun así resulta entretenida, con mucho suspense. Las
tramas de doble topo (uno en la poli, otro en los delincuentes) suelen dar
mucho juego.
Un final bastante
apañado que cierra la historia y deja el camino abierto para una segunda
temporada. Sigue más el estilo americano que el nordic noir.
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