Angela Burr quedó espantada cuando vio cómo
un centenar de niños moría bajo un cóctel de armas químicas. Y más espantada
aún cuando descubrió que, para el señor Roper, aquello era una oportunidad de
negocio. Y así fue como Angela Burr decidió acabar con el señor Roper.
Esperaba más porque siempre espero un alto
nivel cuando se adapta a John le Carré. No son novelas convencionales de
espías y se prestan a una amplia interpretación por parte de guionistas y
director.
Eso no significa que sea mala. Tiene grandes
momentos (la secuencia del secuestro del niño, la tensión de la frontera siria,
los tejemanejes de la burocracia de espías británicos –los gobiernos necesitan
un Roper- y todo el espléndido capítulo final).
Pero creo que le falta más continuidad o más
brevedad. Ese castillito en Mallorca consume demasiado tiempo y aporta muy
poco. No permite que avance la trama y tampoco es relevante para profundizar
mucho más en los personajes.
Sí me gusta esa circularidad en donde la
trama vuelve al hotel Nefertiti y se cierra el ciclo.
Esa sonrisa de Olivia Colman (todas las interpretaciones que he visto de ella son magníficas), cuando
hombres no previstos suben a la furgoneta policial… Madre mía, esa sonrisa.
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