Tina Fey y Amy Poehler
practican un humor inteligente. Supuestamente, porque ya habían hecho Mamá de alquiler para demostrar que
muy inteligente, muy inteligente, tampoco era.
Pero en sus últimas series (por separado)
tenían sus puntos. ¿Había que confiar en que hubiesen cambiado?
Pues no. La peli es pésima y no hay nada
inteligente en ella. En la vida real ellas dos son amiguísimas y, como en
muchos otros casos, parece que decidieron hacer algo juntas. E hicieron esto.
Improvisando paridas.
La trama es una fiesta que se va de las
manos. Originalísimo, ¿a que sí? Pues tampoco hay nada original en la fiesta.
Van llegando amigos, enemigos, gente rara que pasaba por ahí. Se emborrachan y
todo acaba en un desastre.
Y ya.
De Sacha Baron Cohen esperas cosas
así, porque el hombre da para lo que da. Pero lo de estas dos ha sido una
decepción.
Una de esas ocasiones en que la sensación de
estar perdiendo el tiempo es abrumadora. Aquí estoy yo cuando podría estar
poniéndome al día con Allí abajo.
Por ejemplo.
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