Es, evidentemente, una temporada muy Steven
Moffat. Cada vez más suya y menos de Mark Gatiss. O lo que es lo
mismo, más Doctor Who y menos Arthur
Conan Doyle.
Me parece un gran acierto el del primer
capítulo. ¿Cómo murió Sherlock? Moffat juega con los fans. Tras tantas
teorías y elucubraciones él sigue lanzando teorías: locas, plausibles,
divertidas.
El segundo episodio es la boda de Watson. Un
capítulo con poco de detectivesco y con mucha coña. Despedida de soltero,
padrino, discurso... Y sirve para dejar algunas pistas interesantes porque,
venga, seguro que a ti también te llamó la atención la señorita Mary Morstan
deduciendo la clave del mensaje.
El tercer episodio me defrauda un poquito.
Primero porque no tiene mucho de deducción. Se trata más de suerte y de músculo.
Y, desde luego, no es muy propio de Sherlock esa solución final.
Visualmente sigue estando a un gran nivel,
con todos esos montajes juguetones y llamativos. Me encanta especialmente el
momento en que Sherlock recibe el disparo.
Y me encanta que Mary Morstan y Watson sean
marido y mujer en la vida real. Y que los padres de Sherlock sean los
verdaderos padres de Benedict Cumberbatch.
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