No me hacía muchas ilusiones con otra
película acerca del divorcio. Nader y
Simin, una separación ha puesto el listón muy alto. Y temía una
repetición de clichés a partir de Kramer
contra Kramer.
Que contemplemos la historia desde el punto
de vista de la niña era una variación, cierto. Pero no me parecía suficiente.
Hasta que aparece la conexión de los padrastros: la nueva mujer de papá y el
nuevo marido de mamá. Entonces sí. Entonces la peli se vuelve demoledora,
tensa, angustiosa, cabreante.
Maisie solo quiere que ser querida. Y eso,
en apariencia tan sencillo, es mucho más complicado de lo que parece. Y
descubrir quiénes tienen la verdadera capacidad de amar es una bofetada para el
espectador.
Esa idea de que los niños son objetos, cosas
para mi satisfacción emocional, se presenta con agudeza impresionante.
Maisie es la encarnación de la inocencia
manipulada, extorsionada y quebrada por el egoísmo de un mundo adulto qué vete
tú a saber en qué rayos está pensando.
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