Esta es otra serie de Joss Whedon que
no triunfó. Al igual que Firefly,
en mi opinión, mereció mejor fortuna. Dollhouse
duró dos temporadas y, por suerte, supieron cerrarla apropiadamente.
Casa de muñecas. Un lugar en el que se
despoja a la gente de su memoria. ¿Para qué? Para reemplazar sus recuerdos por
lo que tú necesites: un espía, una prostituta, asesino en serie, investigador,
negociador en secuestros... O por ti mismo, cuando mueres, instalado en un
nuevo cuerpo. Echo es la activa número 1. Lo supo Alpha desde que la vio.Algunos personajes no funcionan. Como Paul, cambiando de agente del FBI a trabajar para Dollhouse por una buena causa. Inverosímil. O Adelle, la mayor perra del planeta convirtiéndose en una guía para los desamparados. Improbable.
Pero lo autoconclusivo funciona bien junto al arco argumental general, avanzando imparable hacia la conclusión lógica: el apocalipsis de una sociedad en la que unos son los recipientes de los otros.
A ratos sugerente, intenta averiguar si somos nuestra memoria o lo que hacemos. O aquello que queda, en lo más profundo, por muchas veces que te borren, como ese amor de Víctor por Sierra.
-¿Me he quedado dormida?
-Sólo un ratito.
-¿Puedo irme ya?
-Si quieres...
Algo más que discos duros.
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