Rosebud no explicaba al Ciudadano.
Sigue siendo solamente un Individuo.
Eso es lo bueno: es inagotable.
Como ocurre con todo el buen cine.
Como ocurre con la vida.
Crítica y opinión de cine y series.
El
cine de Guédiguian no me gusta por
las mismas razones que no me gusta el de Ken
Loach. No hacen cine social sino ideológico. Pero a veces... Bueno, algunas
veces logran quitarse de encima, casi por completo, el peso de la ideología
para quedarse con las ideas.
Y
salen películas tan fascinantes como ésta. Una emocionante galería de
personajes llenos de vida y autenticidad. Con sus dos actores habituales. Impresionante
Ariane Ascaride como Marie-Claire,
impresionante Jean-Pierre Darrousin
como Michel. Fabulosos los secundarios con tanta credibilidad como ellos. Hasta
el barman... En fin, el mejor camarero del mundo. Marie Brizard o Metaxa.
La vida o el amor. La
vida de un sindicalista que tiene que prejubilarse. Comienza una nueva vida,
tranquila, con su esposa, hijos, nietos, amigos. Y a la media hora ese giro de
guión. Me encanta ese giro de guión. Tan rudo, tan inesperado. Un giro de guión
que pone patas arriba el mundo de Michel y Marie-Claire, el de los cuñados,
hijos... Y
sus consecuencias. Y
ese cómic de Spider-Man que pasa de mano en mano y que simboliza tantísimas
cosas. O ese Kyrie tan oportuno. O ese repaso en la playa a gacelas, leonas
sedientas, antílopes, hipopótamos. Pensándolo
bien es una historia similar a la de El Havre, desde una óptica más comprometida. Un
cuento moderno sobre los tiempos de crisis que corren para cualquiera que tenga
corazoncito.
Florence
Cathcart se dedica a desenmascarar espiritistas. Un día, en el colegio
Rookford, un niño muere y los otros niños acusan a un fantasma, así que va para
allá.
Buen
comienzo y desarrollo hasta el momento en que Florence descubre cómo murió el
niño. Después todo se vuelve confuso, caótico, como muy desconectado. Y lo
entiendes al final:tienen que hacerlo
así porque hay más trampas que en un congreso de trileros. Pero
eso no está bien. Es un detalle muy feo ese modo de escamotear pistas para al
final querer sorprenderte. Y no sorprende, claro. Lo único que piensas es: esto
deberías habérmelo contado antes. Y
muchas tramas de despiste que son irrelevantes y superfluas: el intento de
violación en el bosque, tirarse al río, el affaire
con Robert... Nada de todo eso altera la historia. Lo importante lo esconden,
lo intrascendente rellena el vacío. La
ambientación estaba bien.
Ayer
resolví uno de los mayores enigmas que se ha planteado la humanidad.
Descubrí
cuánto dura, exactamente, la eternidad: 102 minutos. 102
minutos eternos, los más largos de mi vida. A
Sean Durkin ya lo tengo fichado para
prescindir de él en futuras ocasiones. Y para mandarle al Escuadrón Asesino Víbora Letal a su casa y que le haga algún tipo
de advertencia. Vaya
película aburrida, sosa, intrascendente y, a la par, desagradable. Aún peor que
Tenemos
que hablar de Kevin. Y eso es decir mucho. Ahora que lo pienso, juntar
a Kevin con Martha podría dar para una secuela. La
cosa podía prometer. Una chica abandona una especie de secta-comuna anarquista-hippie
o algo así. Al parecer, después de dos años, lo de matar gente no lo lleva bien
del todo. Aunque tampoco está claro que ese fuese el detonante. Dejémoslo en
que, como Elvis, volvió a casa. Y
ya está. La chica, traumatizada, duerme mal, come poco, vomita, tiene
pesadillas, se baña en el lago... Y, de verdad, de verdad de la buena, que ya
está. En determinado momento el director decide parar y para. Por suerte para
todos los espectadores. Si la eternidad hubiese durado un poco más, no habría
aguantado.
A
los yanquis les gustan los juicios tanto como las barbacoas. O más. Si no hay
uno de cada, en todas las películas o series, no se quedan a gusto.
Raising Hope no podía ser menos. Pero, obviamente, en
su versión loca y desmitificadora. La
madre de Hope, asesina en serie electrocutada, no murió. Ha regresado y reclama
la custodia de su hija. Y ahí tenemos en el juicio a Maw-Maw pidiendo música en
esa iglesia para no parecer cuáqueros y haciendo cantar al jurado, a Shelley1
con su guitarrita y al ciego conduciendo el autobús que lo solucionará todo. No
puedo decir que haya sido el capítulo más desquiciado de la temporada. Porque
los ha habido como para encerrar a todos los responsables. Pero ha sido muy
divertido. Y
después de un namaste y un pacificador discurso budista, agarra el machete. Es
verdad que Hope no ha ido a parar, quizá, a la mejor familia. Pero sí a la más
estrambótica, estúpida, demente y chalada. Basura blanca. Bueno
y, además, la quieren. _______________ 1.
Me sigo preguntando por qué Kate Micucci,
con esa cara tan divertidísima que tiene, no trabaja en todas las comedias de
habla inglesa.
La
novela de Paul Torday se enmarca
dentro de la sátira política, un género que los ingleses manejan muy bien.
Mientras leía el libro pensaba en ¡Noticia bomba!, de Evelyn Waugh. Sin alcanzar su nivel,
por supuesto.
Lasse Hallström se las ha apañado
para convertirlo en una película romántica. El personaje de Kristin Scott Thomas, jefa de prensa
del gobierno, es la única que conserva la vitriólica acidez, la que dispensa
unos diálogos que dejan temblando al personal. Pero todo lo demás es dulce y cordial. Las
diferencias se intensifican con el final, claro. Ese pasaje que en el libro
creaba un cierre perfecto, trágico, cómico, lleno de humor negro e ironía vital
(o mortal), en la película se queda muy blandito. No
es un problema comparativo, no me dejo llevar por el libro. Es, simplemente,
que al quitarle los elementos de fuerza, la película se queda en algo amable y
atractivo pero también muy sosillo.
Tras
presenciar cosas tan dolorosas para los ojos y las neuronas como las primeras
entregas de Crepúsculo y otras muchas pelis teen, es un verdadero placer (un enorme placer) encontrarse con
algo tan contundentemente sólido como esto. Un cine lleno de adolescentes y
jóvenes y no se oía una mosca. Algún crítico temerario la ha comparado con Matrix
y eso es ir demasiado lejos.
La
atmósfera opresiva que construyen al inicio, ese ambiente tan angustioso, tan
de aires de futuro nazi, me enganchó a la peli antes de saltar al Gran Hermano
que podría haberme desenganchado. Veo
sus defectillos y cosas raritas que deberían haber quedado resueltas (la
realidad-virtualidad en la que supongo que las inyecciones tienen algo que
ver). Pero la cosa es que se trata de la primera saga adolescente de la que quiero
saber la continuación. Ya. Ahora mismo. Las
consecuencias de la muerte de Rue apuesto que no se han acabado. Será
interesante ver qué pasa con los Distritos 11 y 12. Recuerda
este nombre porque se acaba de convertir en un símbolo: Katniss Everdeen. -La
conocen como la chica en llamas.
No
tengo ni pajolera idea de cómo calificar esta película.
Es
sentimental, sí. Pero hay que reconocer que la historia de Bethany Hamilton es asombrosa. Surfista adolescente a la que un
tiburón come un brazo. Y, sin brazo, vuelve a la carga y se convierte en
profesional. Y
tiene sus cosas buenas. El ataque del tiburón dura dos segundos. Nada de
minutos de suspense, de tensión preliminar, de contenido vacío. La dentellada y
ya. Luego, eso sí, despacio, el drama al completo: traslado a la playa,
ambulancia, hospital, recuperación. Y las sensaciones. AnnaSophia Robb lo clava. Las partes duras y las partes blandas, el
saber estar y el desmoronarse. El arriba y el abajo y otra vez arriba y abajo. Y,
sin embargo, no sé. Habría exigido otro tono, creo yo. Aunque tampoco me
atrevería a decir cómo y de qué manera. Durante los títulos de crédito muestran
imágenes reales. Parece que había material para un documental. O casi. No sé si
eso habría ido mejor. Supongo
que a los surfistas les encantará. Para el resto del mundo curiosa; a ratos
interesante y sugerente. Ahí
dejó una foto de AnnaSophia Robb y
la auténtica Bethany Hamilton.
Fargo
desciende por la rampa de la Astraeus, con la bandera de los Estados Unidos en
la mano y, eufórico, la clava en el suelo. Es el primer hombre sobre Titán.
Sólo
que los niveles de oxígeno son muy altos y la policía está esperando. Salto
temporal. Eureka se encuentra bajo la dictadura de S.A.R.A.H., los Andy, las
Marthas y otros robots. Sé
lo que vas a decirme: que mi devoción por Eureka es ridícula. Lo sé. Pero yo
le daría unos cuantos Emmy todos los años (si significaran algo). Por su
capacidad para reinventarse, porque en un chasquido de dedos (chas, ya) cambia de la comedia al drama,
de la acción a las relaciones personales. Relaciones revueltas, claro. Es lo
que tiene lo de trastear con el tiempo. Friqui, nerd, geek, como quieras llamarlo. Pero anda
que no es original. A su aire. Como lo era Pushing Daisies. Distintas las dos.
Pero a lo suyo, sin preocuparse de influencias, de lo que se lleva. Eureka persiste porque tiene sus fieles (el
menda, por ejemplo). Dicen que es su última temporada y que cerrarán todos los
frentes abiertos. Seguro que lo hacen bien. -Las
mejores mentes trabajan para nosotros.
La
historia es sencilla: un matrimonio (Nicole
Kidman y Aaron Eckhart) tratan
de salir adelante tras la muerte de su hijo.
No
es una peli comercial, lo sé. Pero se estrenan muchos dramas que no lo son.
¿Por qué ésta no llego a los cines? Ni idea. Están Tammy Blanchard, Dianne
Wiest, Giancarlo Esposito, Sandra Oh... Un reparto sólido que hace
verosímil e intensa una película que no cae ni en sentimentalismo ni en
tragedia. Lo
que ocurre es cotidiano y natural, áspero pero lógico, con reacciones creíbles
y situaciones normales. Quedan marcas, nunca vuelves a ser el mismo, lo sigues
intentando. Ya
lo comenté por aquí. Así que acudí a la descarga ilegal, el único modo de ver
determinadas cosas interesantes que otros consideran que no quieres ver.
En
un pequeño pueblo inglés todos los habitantes pierden el conocimiento durante
unas horas. Al despertar, las mujeres fértiles están embarazadas. Los niños que
nacen son...
La
película tuvo la desgracia de un remake en el año 1995. Cayó en las manos de John Carpenter y, por tanto, la gente
supone que es una película de terror. Pero yo siempre he pensado en la versión
de 1960 como en una de las grandes historias de la ciencia-ficción. 75 minutos.
Sin pérdida de tiempo, yendo al grano. Extraña, misteriosa, sin repuestas. Un
enigma hermético. ¿Quiénes son? ¿Qué quieren? ¿Cuál es su objetivo? ¿De dónde
vienen si es que vienen de algún lugar? Nada.
Sólo vemos su actuar. Sin emociones ni sentimientos, impermeables a cualquier
manifestación de afecto. Una
peli que tiene claro el concepto de eficacia. No necesita ni mucho tiempo ni
muchos efectos especiales (los ojitos) ni despliegues pirotécnicos. Menos es
más. Inquietante. -Son
tan perfectos...
Se
ha quedado muy lejos del altísimo nivel de la segunda temporada.
En
esta ocasión había demasiadas tramas dispersas. Demasiados malos, demasiados
intereses, demasiadas argucias para poner todos las piezas en sintonía. Con
frecuencia, muy confusa. En algunos momentos, errática, como si no supiese hacia
dónde iba. Pese
a todo Justified es una serie que depara grandes momentos, sorpresas
que te dejan con los ojos como platos. Pongo por caso ese 3x09 que sale, a ojo
de buen cubero, a un asesinato cada cuatro minutos. Más o menos. Y asesinatos
de los buenos, de pifia en atraco a banco, de negociación, de tiroteto, de
engaño, de mina terrestre. Elmore Leonard y los responsables
de la serie parten del convencimiento de que la humanidad hace muchas
estupideces y los criminales aún más. No existe el plan perfecto. Existe el
vamos allá, improvisamos, la pifiamos, intentamos salir de esta, la liamos aún
más gorda, vienen los polis, que también son humanos, que no saben a qué se
enfrentan, se despistan... El
polo opuesto de Sherlock Holmes, vamos. Me encantan esas caras de Timothy Oliphant cuando se encuentra un
desaguisado y se plantea qué carajo ha tenido que pasar para que las cosas se
complicaran tanto. Y el convencimiento, tras su mirada, de que los hombres
somos mezquinos, estúpidos, unos pobres pardillos. Ya
es la segunda vez que Arlo Givens intenta matar a su hijo Raylan Givens. La
familia es lo primero.
-¿Está
insinuando que enviamos una señal al espacio y la recibieron?
Pues
sí. Y, claro, cuando llegan los alienígenas nos pillan, como suele decirse, en
bragas, con Liam Neeson de almirante
de la Marina y Rihanna como cabo. La
película es lo que es. Dentro del género caben dos posibilidades: que tanta
destrucción te aburra o que te entretenga. Por suerte, ésta te entretiene. La
primera media hora se la puede saltar cualquier ser humano, marciano o
viviente. Presentación de personajes con los típicos diálogos de vergüenza
ajena y situaciones absurdas. Luego
empieza la destrucción de Hong Kong y, con las pilas puestas, se puede
disfrutar. Disparos, demoliciones, patriotismo, gente sacando pecho y otra vez
a las armas. Me
encantaron los yo-yos gigantes.
Antes
de la avalancha digital, los libros de autoayuda había que leérselos. Y eso era
bueno. Al menos la gente hacía un esfuerzo. Ya se estaba autoayudando.
Ahora
ya no hace falta leerlos. Te los serializan en la tele. Touch no tiene más oportunidades. Vi el piloto,
he visto todo. En el pasado quizá le habría concedido un margen. Pero es que,
después de Héroes, ya conocemos a Tim
Kring y sabemos que está menos preocupado por contarnos una historia que
por colocarnos su rollo ético-humanista-ecologista, sus conexiones
cósmico-emocionales-sensitivas, su new
age-nirvana-chute y su buenismo en general. Soy
un tío majo y todos nos queremos mucho. Yo quiero quererte. Quiero que me
quieras. Quiero que nos queramos. Pues
vale. ¿No
es un poco triste ver a Jack Bauer con una florecilla en la mano, tierno y con
cara mística, mientras suenan coros angelicales de fondo? Buf.
Qué escalofrío me ha dado.
Una
de las cosas más interesantes de las películas antiguas (al menos la que a mí
más me interesa) es ver cómo evolucionan los aspectos técnicos y de guión,
tanteando, buscando formas nuevas, explorando. Descubriendo lo que funciona y
lo que no.
Alguien
prueba un movimiento de cámara o un encuadre para provocar una sensación. Y
puede que lo consiga o no. Si lo consigue, otros lo usan y mejoran. Si no lo
consigue... sigue siendo apasionante. El último hombre sobre la tierra explora el guión,
la historia. Una extraña mezcla. Se supone que eran vampiros pero resultaron ser la base de
los zombis actuales. Y hay otros humanos que logran mantenerse con una vacuna y
que serán la verdadera raza sobre la tierra. Así que, ¿en qué quedamos? ¿Vampiros? ¿Zombis? ¿Mutantes? No es buena película, pero de ese
argumento tan poco matizado, tan experimental, ha surgido una abundante
descendencia. Soy leyenda viene a ser el remake pulido. Pero muchas,
muchísimas películas tienen sus raíces aquí. Desde los zombis de Romero hasta 28 días después. El último hombre sobre la tierra resultó ser
bastante influyente. Quién se lo iba a decir a Ubaldo Ragona, un tipo que no sabía lo que era el cine de terror, con poco interés por el cine en general y,
probablemente, ni siquiera tenía interés en dirigir. Pero fue lo que
encontraron en Italia, que estaba bien de precio. Si es que fue él quien la
dirigió, claro.
Película
dirigida por un árabe-francés, con dinero americano, rodada en Madrid y en la
que los buenos son del Mossad. ¿Reparto? Bruce
Willis, Sigourney Weaver, Henry Cavill, Verónica Echegui y Óscar
Jaenada. ¡Ah! Y la discoteca Fabrik, que sale más que Bruce Willis (lo matan enseguida).
De
semejante locura no han sacado algo bueno pero sí entretenido. Se come, se
digiere y se olvida en dos patadas. Pim-pam-pum, persecuciones por la Puerta
del Sol, Puerta de Alcalá, Plaza Mayor, Las Ventas, Retiro... Y
a otra cosa. La
crítica la ha puesto a caldo. Cosa que, hasta cierto punto, veo bien. Pero
siendo prima-hermana de Grupo 7 no veo por qué se usan
diferentes raseros. Si Grupo 7 era más sucia y realista
era, precisamente, porque no sabía ser entretenida. Si La fría luz del día es
más cañera es porque no sabe ser dramática. O
eso o yo no me enterado y a la entrada de los cines reparten, además de las
gafas 3D, otro tipo de lentes para ver las cosas como a uno le cuadre. Ponme unas
para que me guste, ponme unas para que no me guste. Sea
como fuere, el argumento de ambas era tan elemental que ya se me ha olvidado. A
uno sólo le quedan en la mente fugaces restos anecdóticos. Genial
la caída con la parabólica.
Lo
normal es hacer una entrada para el episodio piloto y otra al final de
temporada. Con Community no puedo. Cuando es Grande es La Más Grande. Y hay
capítulos que necesitan su propia entrada.
Eso
es lo que pasa con 3x14. Pillows and Blankets. La cima, de
momento. Venía precedida por un 3x13 que nos ponía en antecedentes. Un intento de
batir el récord de una construcción con sábanas, al mismo tiempo que John Goodman malmetía a Troy y Abed,
los amigos perfectos, para enemistarles. Pillows and Blankets se convierte en un
documental bélico, el relato de la batalla de la Universidad de Greendale (ya
habíamos tenido paintball y zombis
pero esto es más), con material gráfico y entrevistas. Britta
como reportera inútil, Annie como enfermera, Jeff manipulando a los ejércitos
en su propio beneficio, Pierce en el clásico cambio de bando, la aparición
genial de los Malditos Changtardos
(yo tampoco lo pillo), la música, los intertítulos, el montaje... Perfecto. Un
episodio magistral. Nos
quedan 6 capítulos antes de que sea cancelada. La echaré de menos. Pero por episodios
como éste, tan grandes, tan formidablemente épicos y ridículos y tontos y
delirantes, merece la pena. Y
si me dices que sólo es una pelea de almohadas, te diré con Shirley: -Tú
no estuviste allí.
A
estas alturas, todos sabemos que Jodie
Foster ha envejecido bien, Robert de
Niro mal y la película aún peor.
Antes
de que los múltiples fans de Taxi Driver se me lancen al cuello (severus, por ejemplo) debo decir que
también es una de mis preferidas de Scorsese.
Hacer esta película en 1976 fue muy atrevido, muy raro. A Travis le falta un
tornillo y va a salir impune. Pero, al verla ahora y repasarla en su contexto,
no sé lo que es cinematográfico o extra-cinematográfico. La
película tiene una cierta calidad, sí. Pero su valor añadido, la solera que ha
adquirido con los años, no se debe a esa calidad, sino a otros elementos que le
vienen de fuera. Si John J. Hinckley
no se hubiese obsesionado con Jodie
Foster y si no hubiese disparado contra Ronald Reagan, ¿tendría hoy la película tanta consideración? Scorsese llevaba dirigiendo
desde 1959 y, salvo Malas calles en cierta medida, no lograba el éxito que quería.
Que Taxi
Driver se lo consiguiese, marcó una dirección casi fija en el resto de
su carrera, y eso también contribuyó a acrecentar la fama de la peli,
erróneamente considerada como fundacional de su estilo. En
fin. Taxi
Driver es buena. No es para tanto como se dice. Seguir afirmando ahora que fue una de las mejores películas de la década no tiene sentido. Hablamos de los 70. Y en los 70 hay muchas pelis auténticamente revolucionarias. Ahora bien. Es muy
difícil evaluar esta película, separar lo que es cine, lo accidental, el
perspicaz análisis psicológico, la casualidad, las influencias... Lo
cierto es que seguimos esperando, como Travis, la lluvia que limpie de
porquería la ciudad.
Ayer
volví a verla. Me apetecía un poco de caspa y supongo que, en este género, es
lo mejor.
Imagino
que por eso estuvo nominada al Oscar: el cine casposo como género a
reivindicar. Bueno, por eso y porque todas idolatran a Almodóvar. Mujeres
histéricas, desengañadas, locas, ingenuas, caprichosas. Un poquitín listas, un
poquitín tontas, como decía Sabina. Podría
parecer un retrato nada complaciente del sexo femenino. Y, sin embargo, todas
idolatran a Almodóvar. Gazpacho
con orfidal. Pero
todas idolatran a Almodóvar. A
los hombres nos cuesta entenderlo. -Qué
más quisiera yo que mentir. Pero soy testiga de Jehová y es lo que tiene, que
no puedo mentir. Si yo pudiese mentir, aquí iba a estar...
Ahí
está medido mundo, volviéndose tarumba, flipando, alucinando, porque han
regresado Mad Men y Game of Thrones. Dos series a las
que yo no les veo ni pies ni cabeza. Mad Men me la trabajé durante dos
(¡dos!) agotadoras temporadas, con esfuerzos titánicos, luchas denodadas. Tú
eres un hombre, tú puedes con ella. Y después de dos temporadas seguía estando
como al principio. A Game of Thrones ya le dediqué su
entrada y dije mucho más de lo que creo que merece. La serie más exageradamente
sobrevalorada que alguna vez se ha visto. Mientras,
también volvió The Killing. Que a la gente no le gusta pero que a mí me encanta.
Aquella pataleta infantil, con la que muchos reaccionaron al final, expresó muy
bien las ampollas que levantó una temporada que no da a la gente lo que quiere,
que se sale de los clichés, que va a su aire. Si no te gusta, te aguantas. Bien.
A mí me gusta. Y
ha empezado tan bien... Sí. Porque ahora, en la comisaría, Linden tiene miedo
de todo el mundo y Holder es un manipulado poli corrupto y el padre de Rosie
Larsen vuelve a invocar a lamafia
polaca. Han cogido carrerilla y han pasado muchas cosas. Algo no necesariamente
bueno porque estaba bien con su ritmo tranquilo. Pero, claro, el disparo a
Richmond ha tenido consecuencias. Eso
y la mochila. Esa impactante mochila. La mochila que es la caja de Pandora. La
mochila tatuada con las letras RL. Quédate
con tus hombres locos y con tus jueguecitos de tronos. Yo me quedo con el
asesinato, con la matanza, con la trama conspiratoria que se sigue ramificando.
Está decidido: me quedo en Seattle.
En
un país tan anémico de patriotismo como éste, resulta que aparece una película
un poquito por encima de la media y ya se habla de milagro, de la más
interesante del año, de la mejor, de necesaria. Mirándolo
de un modo objetivo/optimista le daría un 6. De modo objetivo/pesimista le
daría un 5. Voy a ser optimista. Un 6. Lo
que me preocupa es que, si esto es lo mejor, ¿cómo va a ser lo que nos espera?
¿Ya tenemos el Goya dado a Grupo 7 del mismo modo que el año
pasado fue No habrá paz para los malvados? Digo.
No está mal. Quiero decir que prefiero ver esto antes que al 99% de las
producciones restantes. Pero es un 6. Empieza
bien y a los 25 minutos ya se está repitiendo. Redada, somanta de palos, bar,
momento intimista. Redada, somanta de palos, bar, momento intimista. Que la
prostituta iba a recibir, estaba cantado. Que la yonqui iba a morir, también. Y
personajes clichés. Salvo Joaquín el soplón. No
sé por qué alguien pensó que Mario Casas
podía estar bien fuera de las estanterías de las escobas. Que alguien lo
devuelva allí y pruebe con otra, a ver si resulta más expresiva. Y, bueno, que en el Grupo 7
sean 4... Me recuerda a Los 4 McNifikos, que eran 3.
Volví
a acordarme, sin mucho fundamento, de Woody
Allen. Decía en Manhattan:
-Mi
psicoanalista me advirtió que no saliera contigo. Pero eres tan guapa que
cambié de psicoanalista. A
Take
Shelter se le pueden sacar algunas moralejas pero yo me quedo con la
más peregrina de todas: no hagas caso a tu psiquiatra. Es
la historia de Curtis, casado, con una niña sordomuda. Curtis empieza a tener
pesadillas y alucinaciones acerca de la madre de todas las tormentas, la
tormenta que arrasará con todo lo que pille. Sospecha que se está volviendo
loco y que ha heredado la esquizofrenia paranoide de su madre pero, por si
acaso, también empieza a hacerse un refugio. Dos
horas a ritmo lento me parece demasiado tiempo para lo que tiene que contar. Sin
embargo me gustaron algunas cosas sugeridas, el ambiente agobiante que crea, la
atmósfera turbia y asfixiante que se te instala en el cerebro. Rarita, cargada
de ambigüedad, pero está Jessica
Chastain en el papel de la desconcertada esposa.
Estaba
cantado. Si Adam Sandler, en
solitario, es capaz de ser un mal actor, ¿de qué no será capaz actuando por
duplicado? Hacer de sí mismo y de su hermana. Genial. Tenía una pinta
espantosa, claro que sí.
Y,
lógicamente, se ha llevado todos los premios a lo peor del año. Todos. No dejó
ni uno. Bien.
También sabemos que a los chicos de los Razzie les gustan las bromas y ser
juguetones. Sabemos que, en ocasiones, votan con la intuición, con la
atmósfera, no con la cabeza. Estoy seguro de que, en alguna de las categorías,
hubo cosas peores. Pero hay que reconocer que se lo pusieron a huevo. Jack y
su gemela se prestaba a ser sacudida y ha recibido lo que estaba
pidiendo. En
todo este asunto hay que reseñar, además, el infalible olfato de algunos para
detectar bodrios a distancia. Lo huelen incluso con el océano Atlántico de por
medio. Santiago Segura, que es una
hacha para esto, descubrió el aroma y se apuntó a Jack y su gemela, haciendo
de maromo que trataba de ligar con Jill en un crucero por Mallorca. Menuda
suerte tienen algunos.
A
Woody Allen, cuando escuchaba a Wagner, le entraban ganas de invadir
Polonia. Yo, cuando veía Lorax, sentía deseos de quemar el
Amazonas. Con una desquiciada tormenta de napalm.
Los
tipos que hicieron Gru, mi villano favorito, merecían una segunda oportunidad.
Aquella mezcla de tonos macarras y tiernos, funcionaba asombrosamente bien. Era
desenfadada, divertida, desprejuiciada. Así
que han tomado la segunda oportunidad y, vaya, no puedo decir que la hayan
desaprovechado. Más bien me parece un intento de suicidio. Lorax es una peli infantil y debe medirse por
otros parámetros y ser contemplada con otra perspectiva y todo eso. El
problema, como muchas, muchas, muchísimas veces, es su tono ideológico que, a
fuerza de buenismo ecologista, se vuelve plasta, agota y destroza todo lo
demás. Obama está haciendo mucho
daño. Es difícil encontrar, en el cine americano (exceptuando la propaganda de
guerra), otra película tan descaradamente panfletaria, tan ingenuamente
imbécil. Mucho
colorín y muy recargado todo. Pero
cine muy poco.