Estoy
convencido de que Bram Stoker está
revolviéndose en su tumba, tratando de abrirse paso en el ataúd. Le gustaría
emerger en la noche y poner en su sitio a tantos que han pervertido el sentido
de sus vampiros.
Todos
aquellos que apreciamos en su esencia la maldad inherente de un vampiro,
padecemos la actual plaga de chupasangres caballerosos y enamorados, pálidos
aspirantes a Keats.Pensé que las cosas no podían ir a peor, pero está claro que, antes de que la cosa mejore hay que tocar fondo. El fondo es, espero, Casi humanos. Tan al fondo que los vampiros enamoriscados casi son aceptables. Casi humanos es un paso más allá: el vampiro existencial, primo hermano de Kierkegaard.
O peor: de Sartre. Porque, claro, para estos monstruos, el infierno son los otros. Monstruos tristes, deprimidos, aquejados por su no humanidad.
Un vampiro y un hombre lobo buscan piso. Cuando creen que han encontrado el lugar adecuado descubren que hay una inquilina: una fantasma. Y, entre los tres, componen unos capítulos aburridísimos en los que se dedican a llorar y lamentarse por lo que son. Y sus problemas existenciales son soberanamente estúpidos.
Rescato una frase:
-Que esté muerta no significa que no pueda tener una vida.
Heroicamente llegué hasta el capítulo cuatro. Eché un vistazo al ambiente de la versión original inglesa. No soporté más.
5 comentarios:
Pues el Drácula de Bram Stoker era paradigmáticamente romántico antes de volverse despiadado... se nota tanto en el libro como en la película
Antes de volverse vampiro.
Pero el vampiro, el vampiro hecho y derecho, el vampiro convertido, el vampiro en sí, es un ser sin capacidad de redención. Es el hombre condenado. Eso son los vampiros clásicos, los vampiros de siempre.
El problema de los actuales vampiros es que son vampiros y, además, pretenden seguir siendo humanos. Y el intento de explicar ambas cosas lleva a los guionistas y escritores a meterse en unos berenjenales, en callejones sin salida.
El vampiro sólo tiene sentido como alma condenada.
O si es de coña, claro.
Pero no puedo creerme al resto de vampiros.
Igual me equivoco, por eso de que no he visto tanto cine ni tengo tanta memoria como Individuo y edp, pero ¿todo esto no empezó con el Ángel de Buffy? Aunque ese tenía algo de sentido, porque era un vampiro malo malo hasta que una bruja le devolvió el alma como castigo, únicamente para volverla a perder cuando fuera verdaderamente feliz.
A partir de ahí, la idea de que a las mujeres les gustan los chicos malos o atormentados, pero sin pasarse, a los que arreglar y consolar (como si fuéramos ONGs) hizo evolucionar al vampiro hasta llegar a los vegetarianos de Crepúspulo, los tarados de Casi Humanos (en urgente necesidad de un psiquiatra) y a los incalificables de Crónicas Vampíricas.
Pero vamos, nadie les hace reset en la memoria. La melancolía de los vampiros es también paradigmática.
Publicar un comentario