Soy
de esos que piensa que Madrid es una ciudad genial, pero no para vivir en ella.
Es una ciudad para pasar un tiempo, unos días. Una estancia temporal.
Fascinante para pasear por sus calles modernas y sus barrios antiguos, para disfrutar
de su oferta deportiva y cultural, ir al parque de atracciones, visitar
monumentos, ver museos o disfrutar, en compañía de edp de la Filmoteca Española.
Ayer
proyectaban Let's Get Lost, el documental de 1988 sobre Chet Baker. Un tipo con una
sensibilidad musical extraordinaria y una notable vena autodestructiva.
Drogadicto, manipulador, maltratador... Muy curioso cómo la película pone de
relieve ambas facetas. Su madre, sus ex esposas, sus hijos... Todos le admiran
por su música. Todos le quieren lejos de sus vidas.Al principio no me gustó ese blanco y negro tan fuerte, tan contrastado. No se filma así una playa de los años 80. No me encajaba. Luego empiezas a conocer a Chet Baker y lo entiendes. Es perfecto.
Es su color, su vida. La vida de la trompeta de jazz más suave, más silenciosa, más románticamente dolorida.
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