Es una película de Turteltaub y, por tanto, empieza remontándose en el tiempo, al siglo VIII, cuando, según su opinión, andaban sobre el planeta Merlín y Morgana. Luego es una inmersión en el género de tiendas magníficas: un anticuario en el que puede pasar cualquier cosa. Tipo Gremlins o Golpe en la Pequeña China. Después fuegos fríos y calientes, plasma y electricidad, magia y ciencia, bobinas de Tesla y cajas de Faraday. Porque todo es lo mismo.
Así las cosas no queda más que presentarnos a las chicas florero (Teresa Palmer y Monica Belluci) mientras Nicolas Cage y su estúpido discípulo se enfrenta a Alfred Molina y su estúpido discípulo. Eso está bien: los discípulos son unos mantas y parece que compiten para derrotarse en ese campo.
Hay una escena en referencia al Aprendiz de Brujo de Paul Dukas en Fantasía (el número de Mickey Mouse) con fregonas y todo. Debería haber sido mejor y más divertido pero no lo es.
Sirve para entretenerse, discretamente.
Ah: y está la caja atroz. ¿A nadie se le ocurrió un nombre un poquito más rimbombante?
Y lo de los zapatos. Qué pesado con los zapatos.
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